Arturo Luna Silva
A finales de 2009, Ana Teresa Aranda fue llamada a Los Pinos.
Con el 2010 en la mente, el presidente de la República quería hablar con ella sobre el caso Puebla.
“La Doña” casi se va para atrás cuando, casi al final de la conversación, Felipe Calderón le ofreció la Secretaría de Turismo.
Sí, la misma que sigue ocupando un fantasma llamado Rodolfo “El Negro” Elizondo.
-Gracias, presidente, pero si es para sacarme del proceso de Puebla, no, gracias –le respondió Ana Tere después de pensarlo unos minutos.
Calderón tomó aire y le explicó que la invitación no tenía nada que ver con sus aspiraciones a Casa Puebla.
Que en realidad necesitaba oxigenar una dependencia importantísima que, empero, camina medio moribunda.
Y que había pensando en ella, que ya fue directora del DIF, secretaria de Desarrollo Social y subsecretaria de Gobernación federal, para entrar al relevo.
Amabilísima y más política que nunca, Ana Tere volvió a agradecer el gesto pero también a insistir en su negativa.
Y es que le reiteró lo que ya le había dicho: que lo único que por el momento le interesa es ser gobernadora de Puebla.
-Pero si ya está definido, no tienes, presidente, más que decírmelo y yo apoyo dejando el camino libre al candidato del PAN –dijo Aranda pensando, obviamente, en su odiado Rafael Moreno Valle.
-En Puebla, Ana Tere, nada está definido, sigue jugándola –le respondió Felipe Calderón, quien antes de despedirla, le dijo que para ella, pase lo que pase con el PAN en 2010, las puertas de Los Pinos siempre estarán abiertas.
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Según la fuente, confiable como pocas, Ana Tere no sólo fue capaz de decir “no” a un presidente.
También de ratificar que su aspiración de ser gobernadora es firme y que no está en la carrera sólo para ver qué hueso alcanza.
De la misma forma, quedó claro que mantiene su idea (más que idea: obsesión) de evitar a como dé lugar que Rafael Moreno Valle, a quien llama “panista pirata” en público y en privado, se salga con la suya.
Quizá por eso será difícil que la convenzan de ir con Rafael en fórmula: él a la “grande” y ella a la alcaldía de Puebla.
Ya rechazó ser secretaria de Turismo, posición por demás atractiva desde muchos puntos de vista.
Ana Teresa Aranda va derecho, va en serio y no se quita.
El empate técnico que el dirigente estatal del PAN, Juan Carlos Mondragón, reportó entre ella y Moreno Valle la fortaleció enormemente.
Fue, en sentido inverso, un golpe demoledor para Moreno Valle.
El mismo que desde entonces no deja de titubear y de enviar señales de desesperación (por ejemplo, el apresurado registro –un albazo- que dicen hará este día de su precandidatura ante la Comisión de Elecciones panista).
El mismo que ya sabe que Ana Tere es hoy el más grande obstáculo que tiene para cumplir su sueño de ser el candidato de Acción Nacional.
Si no, que le pregunte a Felipe Calderón.