Arturo Luna Silva
¿Qué les pasó a los panistas?
¿Por qué primero tanto entusiasmo en llevar al priísta Enrique Doger como su candidato a la alcaldía de Puebla y después tanta decepción?
¿Qué hubo detrás del desinfle?
¿Por qué un día Juan Carlos Mondragón, dirigente estatal, le abrió públicamente las puertas del partido fundado por Gómez Morín y al siguiente el delegado del Comité Ejecutivo Nacional, Luis Alberto Villareal, se las cerró de un solo golpe en las narices?
¿Qué motivó que de la posibilidad inicial de lanzarlo como candidato de la alianza con el PRD, se pasara en un santiamén a la duda y no sólo a la duda, sino al rechazo absoluto con la lapidaria declaración del delegado municipal, Miguel Méndez, de que Doger ha sido de los peores alcaldes que ha tenido Puebla?
Según fuentes del CEN, la respuesta a las anteriores preguntas es una sola: congruencia.
Sí, sencillamente congruencia.
Y es que de repente a los panistas les regresó la memoria y recordaron que, en su opinión, Doger fue un gobernante corrupto.
Hace cosa de una semana, al escritorio de César Nava, dirigente nacional del PAN, llegó copia certificada del acta de la sesión ordinaria del jueves 12 de noviembre de 2009, correspondiente al Tercer Período de Sesiones de la LVII Legislatura poblana.
En ese documento quedó registrado con precisión la forma cómo los diputados estatales votaron la última cuenta pública de Doger como presidente municipal.
Correspondiente al período del 1 de enero al 14 de febrero de 2008, dicha cuenta, objeto por cierto del punto 31 de la orden del día, fue reprobada por el Grupo Parlamentario del PAN, encabezado por Eduardo Rivera Pérez.
¿El argumento principal?
“Por carencia de evidencia documental que soportara el pago a proveedores y contratistas”.
En otras palabras: no comprobó el uso de millonarios recursos, y los legisladores panistas de plano no la pasaron.
El PRI de Mario Marín se la aprobó haciendo uso de su mayoría, y el ex edil y ex rector logró librarla.
Pero Acción Nacional no se la perdonó.
¿Cómo el PAN iba a llevar como candidato a quien tan sólo hace unos meses consideró deshonesto?
“No pasa”, dijo César Nava.
Y Doger no pasó.
Se quedó chiflando en la loma, esperando el tan ansiado “sí” a la candidatura aliancista promovida hasta la ignominia por su gran cuate Rafael Moreno Valle.
Ayer mismo Juan Carlos Mondragón lo volvió a reiterar: sí va el PAN en alianza con el PRD, pero siempre y cuando sea el propio PAN el que ponga a los candidatos tanto a la gubernatura como a la alcaldía de Puebla.
El veto a Enrique Doger es claro y contundente.
Y más que eso: irreversible.
Con él, los panistas ni a la esquina.