Arturo Luna Silva
Influenza, crisis económica, narcotráfico, voto nulo, indecisos, abstencionismo -se calcula superior al 70%-, un IFE desacreditado y una nueva ley electoral tan inútil como hipócrita, son sin duda las piezas del rompecabezas del 5 de julio, una fecha que en los hechos reviste, sin embargo, escasa relevancia para la clase política local, dado que el verdadero y único interés está en el día después, el 6 de julio, que marca extraoficialmente el inicio de la verdadera batalla, la madre de todas las batallas, la sangrienta, inevitable y turbia guerra por Casa Puebla.
Y es que si bien numéricamente es cierto que el 2010 está después que el 2009, esto no es así en la política real, que no se ve -pero se siente-.
¿A quién le importa el 5 de julio si ya se vive la sucesión gubernamental en vivo y en directo, y a todo color, todos los días todo el tiempo, con la pasión que desata toda lucha por el poder? ¿Qué podría modificar realmente un marcador dividido entre PRI y PAN de 8 a 8, o incluso de 10 a 6, o de 9 a 7 distritos, si ahí, delante de todos, desde hace meses, los actores de la sucesión ya se desgañitan y ya se reinterpretan en sus sueños de grandeza, como comparsas de pactos y acuerdos no escritos, pero tácitos y vigentes, entre quienes mueven los hilos del poder?
Cualquier analista político con dos dedos de frente sabe que esta elección federal intermedia, como la de 1991, o la de la 1997, o la de 2003, se rige bajo premisas propias, y dinámicas particularísimas, que incluso escapan a la lógica política -si alguna-.
De ahí que el PRI poblano, con todo y que jure y perjure que va por un imposible “carro completo”, va a ganar perdiendo.
El 2010, nunca el 2009, es un asunto de primera prioridad política para el gobierno local y su grupo hegemónico, el marinismo.
Ni Mario Marín ni sus colaboradores y operadores tienen en realidad ningún interés en enfrentarse a Felipe Calderón. Y es que el desgaste sería demasiado y el costo muy elevado; incluso en caso de ganarle, la rentabilidad no luciría tan apetitosa.
El choque de trenes ocurriría sólo si hubiese una verdadera confrontación política del régimen panista contra el PRI, y las frías y soporíferas campañas de este 2009 demostraron que tal confrontación no existe o es de a mentiritas, cosa que se puede palpar fácilmente con ver la tibieza, o la abulia, de la lideresa Beatriz Paredes, ausente del proceso y no por casualidad.
¿Por qué entonces Marín iría a una guerra que ni su dirigencia nacional quiere librar? ¿Por qué se enfrentaría solito y su alma, como un kamikaze, al gobierno federal? ¿Qué ganaría humillando y aún más: retando a un poder, el presidencial, que sabe dar suficiente cuerda a sus rivales para que se ahorquen?
Si alguien sabe cómo transformar la capitulación en instrumento de poder, ése es el gobernador poblano, el mismo que más que negociar con el PAN para el reparto del pastel electoral, ha dejado correr las cosas para que el PRI gane donde tiene que ganar y pierda donde tienen que perder.
Al marinismo no le interesa que el PAN vuelva a ser mayoría en el Congreso de la Unión. Le es inclusive quién mande en la Cámara Baja. En los hechos, ni le afecta ni le beneficia. Incluso con la peor crisis política encima, la del “Lidiagate”, supo, y pudo, sobrevivir con sólo 4 diputados federales: Jorge Estefan Chidiac, Alberto Amador Leal, Wenceslao Herrera Coyac y Guillermina López Balbuena. ¿Cambiarán las cosas si el 5 de julio mantiene el mismo número de curules que en 2006?, ¿algo se modificará si duplica esa bancada o, en el mejor de los escenarios, obtiene 10 o más legisladores?
No lo creo, como tampoco Mario Marín, que lo último que quiere es aplastar a Calderón en Puebla, sencillamente porque ni le conviene ni le interesa, y hasta podría resultar contraproducente… en función del 2010, siempre el 2010.
Es ésta, pues, una guerra falsa. Una bonita puesta en escena, en la que el gobernador hace como que hace todo por llevarse el “carro completo”, pues sabe que no puede enviar una señal de daño innecesario y menos de rudeza extrema a quien habrá de enfrentar, ahí sí con todo y sin contemplaciones, en el 2010. ¿No acaso los expertos en el teatro de guerra aconsejan conocer nuestros límites y elegir cuidadosamente las batallas que se pueden librar?
Lo fundamental es el proceso del año que entra, proceso que por lo demás se acelerará aún más una vez que la Suprema Corte resuelva, como sin duda resolverá, que la elección de un nuevo gobernador y nuevos presidentes municipales y diputados locales se adelantará del segundo domingo de noviembre al primer domingo de julio.
Si el PAN vuelve a ser mayoría, mínima o relativa, pero mayoría en San Lázaro, ¿a quién le importa?
No a Mario Marín, metido -como aquí he dicho- en un personalísimo proyecto transexenal, de traslado y continuismo de poder, que ocupa todo su tiempo, todo su esfuerzo y toda su circunstancia.
No veo a ningún loco tratando de generar un clima de inestabilidad o ingobernabilidad en el estado en estos momentos, ni declarando guerras por anticipado a la Federación.
De ahí que el domingo próximo, el priísmo poblano ganará sólo donde le interesa y saldrá derrotado en aquellos distritos donde de por sí se eligió a candidatos con perfil perdedor (¿o no después de todo, a eso se les mandó: a perder?). Se hizo en el 2006, con una obviedad que ni sorprendió. Y se volverá a hacer este 2009. Es política real. Reglas no escritas del poder. Cuestión de estrategia y de segmentación de fuerzas. Y más cuando ha quedado claro, clarísimo, que al PRI nacional no le interesa sino volver a la Presidencia, con Enrique Peña o con cualquiera, no este banal, intrascendente, anodino proceso intermedio, en el que lo acordado, acordado está.
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Para leer en julio:
Periodismo: El regreso del PRI (y de Carlos Salinas de Gortari), Carlos Ramírez (Planeta). El arte del asesinato político (¿Quién mató al obispo?), Francisco Goldman (Anagrama). Publicidad: Publicidad creativa (Ideas y técnicas de las mejores campañas internacionales), Mario Pricken (Editorial Gustavo Gili). Diseño: ÑH5 (Lo mejor del diseño periodístico España & Portugal 2008), Javier Errea (Society for News Design). Cine: W. Allen, Paul Duncan (Taschen). Novela: Los hombres que no amaban a las mujeres, Stieg Larsson (Destino). Historia: Operación Valkyria, Tobias Kniebe (Planeta). Arte: New York Style, Angelika Taschen (Taschen).
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