Adiós pancartas
Lesly Mellado May
Morena ya gobierna la capital de Puebla, la cuarta ciudad más poblada del país. Y la cabeza de ese gobierno, Claudia Rivera ruega: “no me dejen sola”.
El “pueblo bueno” no llegó este lunes a las alcaldías que ganó Morena. No hubo noticia de plazas abarrotadas apuntalando a los nuevos presidentes municipales, aunque algunos de ellos han presumido que obtuvieron votaciones históricas, lo cierto es que no fueron ellos, fue la ola AMLO que los llevó a la cresta.
Así que no se deben confundir, una cosa es el mega bono democrático de López Obrador y otra cosa los micro bonos municipales, a ellos los errores no les serán justificados como a su líder nacional.
Los que sí llegaron a las ceremonias morenistas, fueron los soldados marinistas. Algunos, discretos, pasaron desapercibidos para los seguidores de Obrador que se andan cuidando mucho, dicen, de que no se infiltren los morenovallistas (que también estaban sentados en sitios estratégicos).
Por lo visto y escuchado en las tomas de posesión, los ediles morenistas están corriendo el mismo riesgo que llevó al PAN al fracaso: siguen actuando como si fueran oposición, cuando ya son gobierno.
Ese quizá será el aprendizaje más importante y difícil: ir de la protesta a la solución.
La administración pública como todo oficio tiene sus mañas y a veces suelen ser tan obvias que no logran apreciarse: el poder no entiende de bondad, ni complacencias, ni consenso, querer mezclarlos deriva en desastres como el primer logotipo de Claudia Rivera.
Quizá el mayor peligro para ella y los morenistas “puros” que están encabezando u operando las presidencias municipales no son los marinistas, ni los morenovallistas, ni los neomorenistas, si no ellos mismos y su visión romántica y académica de la realidad.
Al iniciar su campaña en el ex hospital de San Pedro, Rivera rogó: “no me dejen sola”. Este lunes en su debut como presidenta, insistió: “no me dejen sola”.