Buscando mi aguja, y no precisamente en un pajar
Lunes, 30 de Noviembre de 2009Lesly Mellado May
Prontamente los oculistas deberán ser incluidos como parte fundamental de los procesos electorales.
Y es que la miopía no sólo aqueja al árbitro, están, estamos o nos hacemos enfermos todos: jugadores, entrenadores, cronistas y espectadores.
Aparte dejamos a los señores estadísticos que viene a enredar el cuadro de miopes, ciegos y tuertos, que casi a diario acuden a la red demoscópica a buscar sólo los datos que quieren ver.
La guerra de encuestas entre suspirantes a candidatos en el PRI fue gestada desde Casa Puebla cuando se estableció que el ganador se determinaría a través de encuestas de opinión. Aunque ahora, ya que las batallas han dejado varios heridos, el discurso cambió: las encuestas son sólo una herramienta, y uno se pregunta ¿en el taller de la sucesión cuántas llaves y serruchos hay? o ¿de qué herramientas estamos hablando?
Más allá de quién va adelante y quién no tiene aliento para dar un paso más, yo reclamo mi derecho de tender una red a las encuestas, hacer una pesca milagrosa de datos no sobre los candidatos… mi interés son los ciudadanos justamente desinteresados por lo que tanto ocupa y enfrenta al círculo rojo.
En los estudios publicados durante las últimas semanas sobre quienes aspiran a ser gobernador y presidente municipal capitalino se han privilegiado las preferencias electorales y poco o nada se ha dicho sobre el número de personas que en realidad conocen a los aspirantes. No es lo mismo evaluar preferencias y conocimiento por mención espontánea, que dar al encuestado una lista de nombres.
El pasado 18 de noviembre, en la columna “A puerta cerrada” de Jorge Rodríguez en El Sol de Puebla, se difundió un estudio del CISO de la BUAP en que se revela que de los 2110 ciudadanos encuestados sólo el 26.9 por ciento mencionó espontáneamente el nombre de algún precandidato.
De esas 567 personas que saben aunque sea ligeramente de la rebatinga que se traen unos 10 sujetos por administrar un presupuesto de 50 mil millones de pesos al año (por poner una conservadora cifra para 2011), 219 aseveraron que votarían por Javier López Zavala; que representan apenas al 10 por ciento de los encuestados.
El panista Rafael Moreno Valle tuvo unas 185 menciones; Enrique Doger, 70; y Blanca Alcalá, 44. Estos números fueron estimados a partir de lo publicado por Rodríguez.
¿Debería preocuparse Javier López por la triste estadística del CISO?, la respuesta es no.
Veamos. Mario Marín ganó la elección de gobernador con sólo el 27.6 por ciento de votos, según lo publicado en la memoria del Instituto Electoral del Estado. De los 3.2 millones de electores, sólo 1.7 millones acudieron a las urnas, y de éstos sólo 886 mil votaron por el oriundo de Nativitas.
Blanca Alcalá no tuvo mejor suerte. Su campaña de “Mujer de soluciones” sólo convenció al 21 por ciento de los votantes que en total eran un millón 40 mil, pero sólo acudieron a las urnas 440 mil y de éstos 224 tacharon la boleta a favor de la hoy alcaldesa.
Vuelvo a la miopía, la más grave y provocada por el propio círculo rojo, es la de los ciudadanos que ocupados por sobrevivir a la crisis no tienen tiempo ni aliento para involucrarse en eso que llamamos democracia.