Las mujeres del no poder
Lesly Mellado May
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, en San Lázaro representantes de todas las fracciones parlamentarias subieron a tribuna para hablar del tema. Asunto que generó bostezos y llamó poco la atención de la Cámara, incluso de las mismas mujeres.
Entre las ponentes, la voz más fuerte y mediáticamente combativa fue la de la otrora perredista y hoy del PVEM, Ruth Zavaleta. La diputada federal habló de las mujeres en el ámbito político y lamentó que no se cumpla a cabalidad que el 40% de los cargos de elección popular sean para ellas.
A su juicio, las mujeres hacen mejores gobiernos citando como ejemplos a Amalia García (Zacatecas) e Ivonne Ortega (Yucatán).
Y sentenció que gobiernan mejor por el simple hecho de ser mujeres.
Nada más alejado de la realidad. Un buen o mal gobierno no depende del género. Es cierto, desde el Estado se deben garantizar condiciones para que las mujeres tengan acceso a las mismas oportunidades, pero no es justo dar espacios de manera automática por la sola condición de género.
La cuota de género ha resultado un fracaso porque no todas las mujeres que llegan a las cámaras federales y locales, o alcaldías, tienen intereses de equidad e igualdad, de combate a la pobreza y de desarrollo social; muchas de ellas trasladan su frivolidad al ámbito público y se han convertido en parte de una élite que justamente es el bloque que impide la llegada de reales luchadoras sociales. No es raro ver que los partidos completen su cuota de género con las esposas o hijas de varones que piden su tajo de poder a través de ellas.
Las mujeres deben llegar al poder por su intelecto, no por el simple hecho de haber nacido mujeres.