Las viudas que dejaron de ser alegres
Lesly Mellado May
“Como quien dice me van a pagar cuando esté muerta…”
La frase acompañada de una carcajada fue la reacción de impotencia de Imelda, quien escuchó de labios de una señorita poco amable que su pensión por viudez del ISSSTEP se la podrían dar el próximo año, pese a que su esposo estiró la pata en el verano del año pasado.
La burócrata, acostumbrada a los gritos, sombrerazos, sollozos y llantos, no atinó a responder la ironía.
“Bueno yo le digo que mejor venga en un año o dos a ver cómo va su trámite para que no dé vueltas en vano, pero no le diga nada a los jefes porque luego nos regañan”, dijo la señorita por los días en que los periódicos reportaban la quiebra del ISSSTEP.
Y aunque del escándalo mediático ya pasó un par de meses, al menos públicamente el gobierno estatal no ha dicho cómo resolverá el problema heredado por los gobernadores priístas y menos si encontraron o buscan a algún responsable del desfalco.
Con la noticia de que tal vez y si bien le va, el dinero de su pensión sirva únicamente para comprarle su estuche de muerta, Imelda no atinó a preguntar cuál es el trámite para cobrar un seguro funerario que quincena a quincena pagó su difunto a la hoy quebrantada institución.
Su situación no es precaria puede vivir modestamente sin apuros, pero igual se deprimió porque pasó los últimos 8 años (desde que le diagnosticaron una enfermedad terminal a su marido) pensando que tendría una cantidad, aunque sea mínima, para disponer.
También se deprimió porque aunque puede sobrevivir no tiene suficiente dinero para pagar un abogado que inicie un proceso legal contra el ISSSTEP por incumplir con el pago de pensión, para meter a la cárcel a quien se embolsó las cuotas que puntualmente le descontaban al finadito, para al menos exhibir públicamente a quien se llevó el dinero y seguramente duerme a pierna suelta mientras los viejos pensionados se la pasan jesuseando con la necesidad en los ojos, en las ropas y en el estómago, haciendo fila desde hace varios años.
Y mientras cada mañana en el pasillo de pensiones del ISSSTEP se instalan decenas de ancianos esperando, como si fuera caridad, una pensión (seguro) ridícula, los ex directores del organismo y los ex gobernadores responsables del quebranto financiero andan muy orondos derrochando y buscando nuevo acomodo en la nómina gubernamental.