Élites antimarinistas
Lesly Mellado May
Hace algunos meses escribí en este blog que la batalla electoral en Puebla era PRI contra PRI, que sólo priístas pueden vencer a priístas porque para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo.
La sabiduría popular también reza que sólo la cuchara sabe lo que la olla tiene adentro. Afuera dicen que en este estado se acabaron 80 años de PRI y que la alianza derecha-izquierda logró hacerse de uno de los bastiones emblemáticos del tricolor.
No pocas veces dije que el estilo autoritario del gobierno estatal nos hacía algo así como un museo de sitio del viejo país. Y aunque mi generación celebra en redes sociales que nos llegó la alternancia, me parece que aún estamos lejos de que suceda.
Para empezar, Rafael Moreno Valle no es panista, no piensa como panista ni opera como panista. De hecho, es un nieto distinguidísimo (no sólo de sangre) de la familia revolucionaria.
A pesar de ello, logró usar al PAN y a sus seguidores para llegar al poder. Su triunfo me sorprende no electoralmente sino por el impacto que genera en los ciudadanos que todavía confían. En el año 2000, Vicente Fox ganó la elección presidencial usufructuando la idea del cambio; cambio que nunca llegó, los panistas superaron por mucho a los priístas y no para bien.
Una década después, los poblanos votaron por el cambio, paradoja, representado por un priísta. ¿Habría que celebrar el triunfo de los optimistas?
En las redes sociales el júbilo no acaba. Los conozco, fueron mis compañeros de banca cuando nos educaban en un semillero de panistas. Los conozco, están seguros que con un cambio de partido mágicamente su vida será distinta. Los conozco, no moverán un dedo para hacer de esto que llaman un triunfo, una democracia participativa.
Es sano que llegue al Ejecutivo y al Legislativo una alianza de grupos antimarinistas. Es bueno porque el marinato se vislumbraba terrible. Sin embargo, veo difícil el cambio.
Se repartirán el pastel tres élites: priístas antimarinistas; hombres de derecha, de negocios, que nunca dudaron en hacer acuerdos con el PRI; y sicarios autodenominados de izquierda que siempre estuvieron al servicio del tricolor.
¿Estarán dispuestos a una reforma constitucional que acote poderes, que permita el referéndum, el plebiscito y la iniciativa popular?
¿Darán autonomía a las oficinas de Transparencia, la Contraloría y el Órgano Superior de Fiscalización?
¿Acabarán con la fábrica de votos que representan los pobres de este estado?
¿Desmantelarán el patrimonio cultural intangible priísta (acarreo, corporativismo, clientelismo, torta y refresco, matraca…) o lo promoverán para ser incluido en la lista de la Unesco y procurarán su preservación?
El poder enferma sin distingos partidistas…