Candidaturas ¿blindadas?
Lesly Mellado May
Por fortuna para quienes vivimos en Puebla, narcopolítica es una palabra que no solemos usar para hablar de la aldea, pero habría que preguntarnos qué estamos haciendo para seguir en la excepción.
Una excepción que tiene un escandaloso matiz.
No hay que olvidar a “nuestro narcoalcalde”, sí el que naranjas vendía, publicitado como muestra del milagro migratorio y que resultó procesado en Estados Unidos por tráfico de cocaína.
Rubén Gil fue candidato del PRI a la presidencia municipal de Izúcar de Matamoros en 2007 y ganó.
Apenas se estaba instalando en el ayuntamiento, corrían los primeros días de su gobierno, cuando el 23 de marzo de 2008 fue arrestado en California por traficar 11 kilogramos de cocaína en el área de Nueva York.
Resultó entonces que nadie lo conocía, que sus padrinos mágicamente desaparecieron, que el partido había pecado de inocente y que cuando lo postuló como candidato estaba a punto de hacerle un proceso por “empobrecimiento inexplicable”. Y es que Gil se vendió así, como un hombre honesto que no necesitaba hurtar las arcas mixtecas.
A partir de entonces, el PAN (aprovechando el escándalo) y el PRI (tratando de mitigarlo) prometieron poner “candados” para evitar que gente vinculada o parte de la delincuencia organizada obtuviera candidaturas a puestos de elección popular.
Para el pasado proceso federal, el de 2009 el blanquiazul prácticamente olvidó su oferta y el tricolor, muy estricto, pidió como garantía de honestidad una constancia de antecedentes no penales.
En esta ocasión, no explicaron su técnica para elegir abanderados que garanticen que Puebla seguirá como excepción. Por el bien de todos, esperamos que efectivamente hayan blindado las candidaturas.