De caciques y caciquillos
Lunes, 6 de Mayo de 2013Lesly Mellado May
Los analistas aseguran que el proceso electoral de este 2013 en Puebla es un escenario inédito. Sin embargo, lo que ha quedado en evidencia es que en el fondo las estrategias aprendidas en la BUAP y en Boston University School of Law, no son muy distintas; que la misma historia puede ocurrir en un rincón serrano que en la capital poblana; que el PRI se dibuja y desdibuja, se cambia de nombre y apellido, de marca de traje y de zapatos, pero que al final siempre está ahí acechando.
En el otoño de 2001 cuando trabajaba en El Universal Puebla me enviaron a hacer un reporte sobre lo que sucedía en una parte de la sierra norte: ¿cómo era posible que el PAN tuviera altas posibilidades de ganar municipios eternamente gobernados por el PRI?
En aquella serranía empezaba el tránsito de los gobiernos de caciques al de los “caciquillos”, jóvenes con estudios universitarios en instituciones privadas de alto costo que apenas había pisado esas tierras pero que por herencia de abuelos y padres decidieron volver a gobernar con un “nuevo estilo” que terminó siendo el mismo, y en algunos casos peor.
Aquí la nota publicada el lunes 11 de noviembre de 2001 en El Universal Puebla:
Zapotitlán de Méndez, Puebla.- Pareciera que el voto verde en este municipio y Olintla se pinta de azul. Pero lo cierto es que las familias que han mantenido el poder durante las últimas décadas, no han cambiado.
Abuelos, hijos, tíos, sobrinos y nietos se siguen turnando las presidencias municipales, auxiliares y puestos en el Cabildo: no importa si el escaparate para gobernar es del PRI o del PAN.
Caciques y “caciquillos”, azules o verdes, continúan dominando gran parte de la Sierra Norte.
El asunto lo explica Martín, un hombre que con su “Saltarina” (una camioneta Datsun 88) recorre la carretera interserrana (Zacatlán-Zacapoaxtla) cruzando los pueblos que se encuentran en el centro del Totonacapan.
El viaje es a Olintla, uno de los municipios más pobres del estado y donde el PAN se perfilaba como posible ganador. Una hora y media por terracería para contar la historia:
Anselmo Arroyo (hasta hace poco priísta) se pasó al PAN con el fin de obtener la alcaldía. La presidencia municipal ha estado en manos de algunos de sus parientes. Por eso, cuando perdió la candidatura del PRI, se “pintó de azul”.
El abanderado del tricolor, Silverio Cano Jiménez, también viene de una familia que ha ocupado en múltiples ocasiones la presidencia municipal.
Así que ya sea que gane el PAN o el PRI, el gobierno quedará en manos de los Jiménez o de los Arroyo… como siempre.
En Zapotitlán de Méndez se da un fenómeno similar al de Olintla.
Hasta hace cuatro años no había otra opción más que el PRI pero ante la ruptura de éste, varios militantes se pasaron al PAN, fenómeno que creció ante el triunfo de Vicente Fox.
Los “caciquillos” –dicen los caciques- ya no saben cómo ganarla. El candidato del PRI, Félix Amado López Hernádez, es un joven de 30 años que nunca ha vivido en Zapotitlán. El del PAN, otrora priísta, es Eugenio Juárez, quien ha movido a la gente de Tuxtla (junta auxiliar casi del mismo tamaño que Zapotitlán) para ganar la elección. La moneda está en el aire.
Aquí la palabra cacique no asusta, pero sí la de “caciquillo”.
Los primeros, los viejos, dicen que sí sabían gobernar con el pueblo. Los segundos, los jóvenes ya letrados, dicen que se necesitan nuevos políticos.
Las denuncias sobre compra de votos y acarreo ahora se repartieron igual entre el PRI y el PAN. Baratito: 100 pesos o una lámina de cartón por sufragio. Pero no importa si se vende el voto, dice el taquero de Zapotitlán, pues “el que gane es lo mismo”.
Y es que sea el que sea –verde como la serranía o azul como el cielo casi siempre cubierto de neblina- el poder se reparte entre pocos, y siempre entre las mismas familias.