El Pancho Villa de Palou
“El día que me iban a matar no puede decirse, entonces, que amaneció, porque para mí nunca anocheció del todo. Me pasé las horas oscuras de la madrugada cavilando ya no sobre mi suerte —carajo, si mi suerte estaba echada—, sino sobre los años transcurridos, las tantas aventuras, la pinche revolución, las mujeres que fui amando, los hijos que me dieron, los pocos amigos, los leales. Los muy jodidos traidores, siempre tantos”, con este fragmento del capítulo El sabor de la arena del desierto y la fotografía del típico “Se busca”, Pedro Ángel Palou invitó a sus amigos en Facebook a adentrarse a su más reciente libro: No me dejen morir así, recuerdos póstumos de Pancho Villa.
Pedro Ángel Palou nos tiene acostumbrados a sus novelas históricas sobre personajes claves de México. Este año nos presenta en su nueva obra literaria – contada en primera persona - la otra cara del famoso Pancho Villa, ese del que el dominio popular nos dice que tenía “sus dos viejas a la orilla”.
El propio Palou declaró la semana pasada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2014, que Pancho Villa es un personaje que mintió tanto de sí mismo que nadie sabe realmente quién era.
Y es que para el escritor poblano, Doroteo Arango Arámbula, no era sólo un bravucón bonachon, parrandero y mujeriego que los libros o corridos se han encargado de hacer famoso. En la novela, Palou le presta carne y hueso al hombre de 45 años que - entre otras revelaciones producto de una exhaustiva investigación - habría sido un patriota preocupado por la educación, la salud y la calidad de vida, además de que rompe varios mitos, como el hecho de que habría sido asesinado por rencillas locales y no por órdenes de Álvaro Obregón, y luego decapitado por un par de borrachos que profanaron su tumba en busca de un trofeo y no por investigadores que querían estudiar su cerebro.
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