Un caso para el Chapulín Colorado
Me queda claro que Puebla es ya la ciudad que no queremos. Todos los días amanecemos con la noticia de que algún gandalla robó aquí o allá y el caso quedo impune. Este sábado le tocó a otro amigo, Gerardo Rojas, quien iba acompañado de otro reportero, Jesse Brena. No imagino el trauma de ser abordados por unos supuestos policías estatales y enfrentar el atropello de ser levantados, humillados, golpeados, amenazados, despojados de sus pertenencias y aventados en medio de la nada en plena madrugada.
Este domingo en medio del escándalo, un tipo con dos dedos de cerebro escribió lo siguiente como comentario de la nota sobre el hecho: “La verdad los reporteros también no son una perita en dulce…se sienten intocables por traer un micrófono o una camarita”. Creo que más allá de la profesión se trata de la gravedad de ser víctima de a quienes – se supone- se les paga de nuestros impuestos por salvaguardar a la ciudadanía, trátese de quien se trate.
Gerardo es de los reporteros que ha crecido profesionalmente por su trabajo y dedicación, que no suele andar “charoleando” y mucho menos fanfarroneando con una credencial de tal o cual medio. Da coraje que sujetos sin escrúpulos abusen de hombres como él que se distinguen por su buena educación, por ser siempre amable y ser cero gandalla.
Tan no se trata de un caso aislado que los casos en los que los cuerpos policiacos (de todas las corporaciones) están coludidos con los rateros saltan a la vista. Apenas el fin de semana pasado, a una amiga vecina también le vaciaron su habitación en la que tenía todo lo que podría haber acumulado en los últimos años de trabajo. Mención aparte merece otra amiga a cuyo esposo asaltaron hace un par de meses afuera de su casa unos agentes que iban a bordo de una patrulla del municipio de Puebla.
En menos de tres meses, en dos ocasiones los amantes de lo ajeno trasgredieron la puerta del hogar de mis padres, aunque por fortuna la segunda ocasión ya no tuvieron éxito en su operación, nadie nos quita de la cabeza que los “vigilantes” que pasan dos veces por semana por sus 15 pesitos tuvieron que ver con ese atraco. Uno hace los rondines bajo la licencia de la Policía Auxiliar de San Baltasar Campeche, mientras que otro se presentó con un oficio de la Policía Auxiliar de San Francisco Totimehuacan. Para el caso es lo mismo porque además del robo a casa habitación que se ha disparado en la zona, tampoco casualmente ninguno de los dos estuvo cuando a mi auto lo dejaron sin espejos, después sin medallones en los rines, luego sin placa y ya la última ocasión sin las cuatro llantas.
Podría seguir con una inmensa lista de casos a gente común, corriente y cercana que le han abierto el negocio, atracado el hogar, ultrajado el auto o sobornado policías y agentes de tránsito… esta es la realidad que vivimos los ciudadanos por cortesía del gobierno municipal de Eduardo Rivera Pérez, a quien el tema de la inseguridad pública lo ha rebasado por completo, bien podría pedir ayuda al Chapulín Colorado.
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