Mis abues
Yo no “abueleé” fÃsicamente. No tengo la altura ni los ojos claros de Papá Pepe, tampoco los rasgos finitos de Mamá Tanis y Mamá Fina.
A quien si recuerdo similar a mis labios, los ojos y la nariz es a Papá Tolo, quien viajó al cielo hace unos 24 años.
Ayer que llevaban y traÃan a los abuelitos pa’ acá y pa’ allá, pensaba en los papás de mis papás y lo que podrÃa tener de ellos, osea lo que podrÃan haberme heredado.
Como escribÃa, no abueleé en el sentido fÃsico pero si tengo mucho de ellos en mi forma de ser.
Creo que tengo el corazón de pollo del profesor Eustolio Cruz que heredó a su hijo Carlos, quien a su vez lo impregnó en mi ADN.
De la maestra Juanita tengo la generosidad de ayudar a quien necesite una mano amiga, pues siempre repito su máxima que pronuncia cuando alguien no quiere aceptar su apoyo: “cuando te den, agarra”.
La mamá de mi mamá suele encogerse cuando recibe un abrazo y yo concluyo que los tintes de mi poca capacidad para demostrar o recibir afecto proviene de Doña Jose.
Se cuentan mil historias de Don José pero las que me han tocado ver me indican que lo ocurrente, alegre y su empeño por disfrutar las cosas buenas de la vida, es el mejor legado que me ha podido dejar.
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