Mientras los chihuahuenses reclaman en Twitter a los poblanos la denominación de “Cuna de la Revolución”, los originarios de Puebla escriben mensajes en los que presumen su orgullo por haber nacido en el mismo suelo que los hermanos Serdán, esos a quienes se les recuerda por haber muerto en una casona que al paso del tiempo aún muestra los hoyos en sus muros, productos del combate que dio inició al movimiento que se proponía acabar con el Porfiriato.

Siguiendo con los usuarios en Twitter, también están aquellos que saben que “vivir fuera del presupuesto es un error” y celebran el mega puente revolucionario que ya disfrutan y no precisamente guardando un minuto de silencio en memoria de Aquiles, Carmen o Maximino.

Más allá de las actividades que este jueves llevarán a cabo los tres niveles de gobierno, habría que pensar si de verdad la bendita Revolución le ha hecho justicia a los mexicanos, sea cual sea su condición, raza, sexo y religión. Después de cien años, me atrevo a afirmar que la cosa no está mucho mejor, la dependencia con Estados Unidos, el cáncer del narcotráfico, la prostituida democracia y el desencanto social son una muestra de que en cien años la patria sigue secuestrada por los intereses de unos cuantos.

A la par de la vida real, esta la versión ideal, esa que en las aulas los maestros repiten año con año a generación tras generación. Las láminas didácticas siguen dibujando a los pillos transformados en “héroes”, de tal suerte que Villa, Zapata, Madero y Carranza fueron unos hombres bondadosos que lucharon por la justicia social y no unos pandilleros con hambre de poder.

Dante Salazar en su página http://www.bullymagnets.com/archives/842 ha recreado la historia de la Revolución en tan solo tres minutos. La versión de este simpático y singular profesor no tiene desperdicio e incluso en You Tube y en el mismo portal ha recibido decenas de comentarios que coinciden en que si en los salones de clase así se impartieran las clases de historia, habría menos pifias por la paupérrima cultura de los mexicanos.

Para ve la historia dale play:

“Se parece a Fox”, fue lo primero que pensé mientras veía en la casa de los papás de mi novio todo el merequetengue que armaron para festejar el Bicentenario de la Independencia de México. Cenábamos un delicioso pozole y fuimos testigos – gracias a la pantalla chica- de cómo se erigió la estatua de 20 metros de altura y más de siete toneladas.

Al día siguiente en casa de la abuelita todos comentaban sobre ese gigante de color blanco. “¿Quién es?”, preguntaba mi mamá. “Un insurgente”, respondían unos que otros. “Es Chente” (osea Vicente Fernández). No. Se parece a Malverde. Nada de eso. Es Stanlin. Y así he escuchado una lluvia de personajes con los que todo mundo intenta relacionar a esta figura esculpida bajo el trillado pretexto de los 200 años de libertad.

Al otro día, mientras veía en el cine El Infierno, mi novio me dijo: “mira quien está ahí”. Y ahora si le di la razón. En el largometraje de Luis Estrada, durante las peripecias de “El Beny” y el “Cochiloco” se invoca a Jesús Malverde, el patrono de los narcos. Y en efecto, el coloso y el santo protector de los mafiosos ¡si se parecen!.

¡Con razón no hubo atentados, ni bombas ni disturbios por parte de los narcos el 16 de septiembre… pues hasta Felipe Calderón ya les mando a hacer una estatua para que se mantengan a salvo!.

Mientras, la SEP podrá decir misa y enviar comunicados o cartas aclaratorias para insistir en que el hombre colocado a un costado del asta bandera de la plancha del zócalo del Distrito Federal nada tiene que ver con un personaje en específico. Sin embargo, los mexicanos seguimos opinando. Hay quienes sostienen que se parece a Fox por “grandote y sin cerebro”.

“El Coloso del Zócalo es cualquier político mexicano: vistoso, cuesta un dineral, tiene q ser acarreado, tiene cabeza dura, no sirve pa’ nada”, leí hace un rato en Twitter.

¿Es el Coloso Bicentenario Jeremías Sprinfield?, planteó el Blog de La Morsa, refiriéndose al legendario fundador de la ciudad en la que viven Los Simpson.

Ahora bien, Pablo Moctezuma Barragán, planteó en La Jornada que “el Coloso Bicentenario representa al contrarrevolucionario y traidor Benjamín Argumedo, quien apoyó el levantamiento reaccionario de Pascual Orozco contra Madero, reconoció al gobierno usurpador de Victoriano Huerta y combatió a los revolucionarios. Argumedo fue feroz enemigo de Pancho Villa en Durango y Coahuila, fue derrotado por Francisco Murguía y murió fusilado por los carrancistas como traidor que era”.

Y ¿qué dicen los autores de la obra? Jorge Vargas y Juan Carlos Canfield aseguran que el rostro del Coloso representa uno de los tantos civiles de la Nueva España que luchó por los principios de la Independencia de México, tiene “rostro duro y reflexivo con carácter fuerte, la espada rota y cuerpo lastimado”. Para escucharlos dale play al siguiente video.