Yo como digo una cosa, digo otra
Martes, Diciembre 2nd, 2014Puede uno ser fan o no de El Chavo del 8. Yo no era su fiel seguidora. El Chapulín Colorado me chocaba porque era demasiado torpe. El Chompiras y El Botija me daban miedo porque a mis ocho años me parecían un par de vagabundos con pinta de ex presidiarios en intento de rehabilitación. Nunca entendía del todo los díalogos del Chaparrón Bonaparte que precedían al “Dicen que tu y yo estamos locos”. Sin embargo, sí me acuerdo de la vecindad que me deprimía y las frases de los principales personajes creados por Roberto Gómez Bolaños.
A lo largo de tres días hemos visto de todo en las redes sociales. Están los muchos que lloran que el genio de la comedia mexicana se fue al cielo, o eso se quiere creer. Están los que han llegado a escribir que Enrique Peña Nieto y Emilio Azcárraga Jean complotearon con la muerte de una celebridad para así librarse de la hoguera virtual en que estaban siendo quemados vivos hace apenas una semana. También existen intelectuales que se mofan del entretenimiento de clase baja que representan las series del “Shakespeare” pequeño mexicano.
Yo no me creo muy muy por el hecho de que en mi infancia fuera inmune al humor blanco de Gómez Bolaños. Al contrario, me da tristeza que no soltara carcajadas ingenuas como hoy mi sobrino lo hace cuando ve al “chavito”. Eso es ser un niño normal.
Tampoco me da pena escribir que sí vi buena parte de sus capítulos dado que crecí sólo con la programación de la televisión abierta y eso era lo que se veía en el Canal 5 a la hora de la cena.
Coincido en que una fuerza suprema o algún pacto con ‘el de allá abajo’ se llevó a Chespirito en el momento más oportuno para la buena suerte del presidente, su esposa La Gaviota y el dueño de Televisa; sin embargo, creo que una vez que el luto nacional pase, la indignación por lo que ocurre en el panorama social, político y económico en nuestro país, seguirá ahí.
Más allá de posturas radicales se debe reconocer la creatividad. Los personajes y cada una de sus frases inmortalizadas gracias a la pluma de Roberto Gómez Bolaños quedan para la historia y como ejemplo de “buenas personas”, hoy que en la pantalla chica se ve sangre, violencia, sexo y gandallas en acción.