Apenas quince días me duró el gusto de vislumbrar la posibilidad de encontrarme a Gabriel García Márquez bajo la escuálida sombra de los ya “rasurados” árboles del zócalo de la ciudad de Puebla o bien tomando un sabroso café en alguno de los portales.

Pues resulta que la fiesta se nos “apestó” gracias a la política, el protagonismo, la ignorancia y la cerrazón que nada tienen que ver con el arte, la cultura, la promoción turística, el desarrollo  o la promoción de células pedófilas.

A todos aquellos y aquellas que promovieron la causa en contra de que “Memoria de mis putas tristes” se filmará con financiamiento del gobierno del estado habría que decirles algo tan simple y tan profundo como la siguiente frase trillada: “EL CINE ES CULTURA”.

Pena ajena e indignación provoca el hecho de que, otra vez, los poblanos estemos en boca de todo el mundo. Nuevamente somos escándalo mundial, pero ojalá que en los titulares de periódicos extranjeros y nacionales se leyerán cosas positivas sobre cómo Puebla rinde homenaje a un Premio Nobel de la Literatura, cómo promueve su riqueza cultural, su patrimonio histórico, como destina recursos importantes a este sector, siempre olvidado. Pero no. Resulta que nuestra carta de presentación es la mojigatería barata, la doble moral y las causas personales.

Los fans de García Márquez en Facebook no han dejado pasar la oportunidad para expresar también su inconformidad por la supuesta demanda alegando la defensa de los menores que son prostituidos. Algunos de los comentarios en su muro son los siguientes:

“Me enteré que van a demandar a Gabriel por promover la prostitución infantil por el maravilloso libro “Memoria de mis putas tristes”… es algo inaceptable y opino que como fans deberiamos hacer algo… un genio como él y una obra de arte como aquella no puede ser vetada”. (Jennifer)

“Más que protestar contra la obra, están en contra de todo lo que huela a Mario Marín…entre las patas se llevan a la película, que ciertamente seguramente no han leído el libro…Shit happends!” (Mario)