Cuando uno va a viajar, gasta mucho presupuesto en habitaciones de hotel a las que muy pocas veces sacamos provecho. La pasamos recorriendo ciudades o en itinerarios de actividades que

ocupan las tres cuartas partes del día. Aquí unas ingeniosas opciones proporcionadas por el sitio escapehere.com, que cumplen con lo básico: una cama para dormir y un rincón para ducharse.

Son consideradas las habitaciones de hotel más pequeñas del mundo y la sorpresa es que una de estas opciones está en México, cerca de Puebla, en Tepoztlán.

1. CityHub – Ámsterdam. Es lo último en alojamiento. Fue creado por dos universitarios oriundos de Ámsterdam que aman viajar y conocer gente. Los precios son accesibles y se espera que los viajeros puedan aprender más acerca de la cultura local. La habitación más barata cuesta 59 euros. El ‘hub’ está equipado con dos camas, parlantes para su iPod, WiFi gratis y luces de colores. Los sanitarios y las duchas son compartidos.

2. Das Park Hotel – Alemania. Ofrece a los viajeros la oportunidad de hospedarse en un tubo de desagüe personalizado y completamente equipado con una cama doble, un espacio para almacenar sus pertenencias, luces, tomacorrientes o enchufes, frazadas y ropa de cama. Los espacios públicos circundantes ofrecen sanitarios, duchas, una cafetería y un mini bar. Lo mejor de este sitio es que maneja un sistema de pago “a voluntad”, lo que lo hace accesible para todos.

3. Hotel The Pod – Ciudad de Nueva York. La habitación está equipada con dos camas, parlantes para iPod, WiFi, un televisor pantalla plana, un armario y una pequeña zona de trabajo.

4. Yotel – Airport Heathrow de Londres. Inspirado en los viajeros de primer nivel a la hora de construir sus pequeñas pero lujosas cabinas. Sus principales clientes son los empresarios que vuelan con frecuencia a las ciudades más importantes de Europa. Este hotel se encuentra en el área pública de la terminal 4 y ofrece espacios cómodos y con estilo para relajarse sin necesidad de abandonar el aeropuerto. La cabina estándar mide 3.47 por 2.55 metros y está equipada dos camas de tipo cucheta, una pequeña zona de trabajo, un televisor pantalla plana, duchas y sanitarios.

5. Green Plaza Shinjuku –Tokio. Japón es pionero en la construcción de ‘hoteles cápsula’ destinados a aquellos que literalmente sólo necesiten un lugar donde dormir. Este hotel ofrece espacios pequeños para descansar junto con servicio de masaje adicional. Los precios son bastante accesibles y oscilan entre $20 y $40 dólares por noche. Cada cápsula está equipada con un televisor, ropa de cama, WiFi y cortacorrientes.

6. Capsule Inn – Osaka, Japón. Abrió sus puertas al público en 1979 y es un líder en la industria de los hoteles cápsula. Después de registrarse, le darán la llave de la habitación y le asignarán su número de armario. Luego se dirigirá al vestuario, dejará allí su ropa y sus pertenencias y se pondrá cómodo. El precio estándar incluye acceso gratuito al sauna y al spa.

7. Tubohotel -Tepoztlán, México. Ubicado en el pueblo mágico de Morelos brinda habitaciones hechas de tubos de cemento; algunas hasta están apiladas en forma de pirámide. Cada tubo está equipado con camas de dos plazas, escritorios, luz, un ventilador, sitios para almacenar sus pertenencias, toallas y ropa de cama. Las duchas y los sanitarios se comparten con otros huéspedes y dispone de una enorme piscina a pocos metros de su dormitorio. Las tarifas van desde los 600 pesos por noche.

8. Hotel Sleepbox – Moscú, Rusia. Estas cápsulas ofrecen un poco más de espacio para moverse que las de Japón. El establecimiento dispone de 50 dormitorios sin ventanas y algunos tienen capacidad hasta para tres personas. Están equipados con una cama, un escritorio, una lámpara y un pequeño armario. Las duchas y los sanitarios se ubican afuera de los ‘pods’ y se comparten con el resto de los invitados. Los precios van desde $50 USD la noche.

La conocemos por las mil películas rodadas en Nueva York. Gracias a la primera cinta de X Men yo me enteré la Estatua de la Libertad tiene escaleras que permiten subir a un mirador. Resulta que este lunes, el monumento de 46 metros de altura (93 si se cuenta la base) cumple 127 años iluminando la bahía de la ciudad estadounidense.

Situada en Liberty Island, se llega a ella sólo por Ferry, mismo que se aborda en el muelle de Battery Park, al sur de Manhattan. Para subir al mirador se deben comprar los tickets por internet con semanas de anticipación. La subida se hace en grupos de diez personas con un límite de 30 visitantes la hora.

Por aquello de la cultura general, aquí compartimos 10 datos que hay que saber:

1. Se inauguró el 28 de octubre de 1886 y fue un regalo de los franceses para conmemorar los 100 años de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En 1984 fue declarada Patrimonio de la Humanidad.

2. El 4 de julio de 2009, coincidiendo con el día de la Independencia de Estados Unidos (fecha muy importante para la Estatua de la Libertad), el mirador de la corona fue reabierto al público ya que, desde los atentados del 11-S, subir estaba prohibido.

3. Su nombre original es “La Libertad Iluminando el Mundo” y fue diseñada por el escultor Frédéric Auguste Bartholdi.

4. En su diseño también participó Gustave Eiffel, el creador de la Torre Eiffel.

5. Su construcción se costeó mediante donaciones, loterías, la venta de réplicas en miniatura, conciertos de ópera y otras formas.

6. En 1867, mientras se terminaba de construir el Canal de Suez, Frédéric Auguste Bartholdi realizó el modelo de un monumental faro portado por una dama egipcia, al estilo del desaparecido Coloso de Rodas. Su idea era colocarlo a la entrada del canal. Envió los bocetos a Egipto, donde rechazaron su proyecto. No obstante, este le sirvió como idea previa de la futura Estatua de la Libertad.

7. Los siete rayos de la Estatua de la Libertad representan a los siete océanos y continentes del mundo.

8. El escultor usó como modelo a su madre, Charlotte Beysser Bartholdi, para crear la cara de la estatua.

9. El 21 de mayo de 1885, la fragata Isere partió desde el puerto de Ruan y llegó al puerto de Nueva York el 17 de junio del mismo año. El monumento viajó por el Atlántico en 350 piezas distribuidas en 214 cajones de embalaje.

10. La coloración verde de la estatua es a causa de reacciones químicas, que produjeron sales de cobre y le dieron su actual color. La mayor parte de las estatuas de cobre situadas en exteriores, salvo que se tomen medidas adicionales, acaban adquiriendo finalmente este tono tras un proceso llamado patinación.

Aquel terrible 11 de septiembre, cuando el mundo enmudeció frente al televisor al ver que una escena de película de acción había saltado a la realidad, es recordado año con año desde hace 12. Las víctimas y los daños colaterales como la histeria colectiva persisten en la memoria de quienes creemos que una sociedad de paz aún es posible.

Ese 11 de septiembre de 2001, a las 8:46, Michael Hingson, ciego desde su nacimiento, se paró de su asiento ubicado frente a su escritorio del piso 78 de la torre norte para buscar algo, cuando escuchó el estallido.

Roselle, el perro guía de Hingson, se levantó de inmediato luego del impacto y se acercó a su dueño. Éste tomó la correa y le dijo: “Adelante”.

“Empezamos a avanzar hacia fuera de la oficina lentamente, a través de la confusión, del humo y del ruido”, explicó Hingson en una entrevista al portal www.infobae.com.

“Elegí confiar en su juicio porque Roselle y yo éramos un equipo. Tomé fuerte del lazo y con concentración y confianza logramos bajar los 1.463 escalones hasta el aire fresco y la libertad”, añadió.

Ahora, a 12 años de esta tragedia que cobró miles de víctimas, Hingson escribe libros y da charlas contando cómo el trabajo de equipo puede hacer que las personas superen las peores adversidades.

Ojalá no tuvieran que pasar este tiempo de atentados terroristas para reflexionar sobre la vida y la solidaridad que debería existir entre pueblos. Aquí el video con el testimonio de este personaje, dale play:

Desde que los celulares vienen acompañados de cámaras con super pixeles e Instagram ha provocado que todo mundo saque al fotógrafo que trae dentro, el arte de la fotografía se ha popularizado. Sin embargo, el ojo artista siempre será bien recompensado por el nombre, la reputación y la mirada que lo distingue del resto.

En su última edición, la revista Algarabía enlisto las fotografías más caras, considerando que fueron compradas en millonarias subastas, aquí las cinco imágenes más cotizadas:

5. EDWARD STEICHEN, THE POND-MOONLIGHT, 1904. Vendida en 2,928,000 dólares en 2006. El fotógrafo estadounidense usó una técnica antigua de color, y es una pieza muy rara. Sólo se conservan tres copias en el mundo. Es un paisaje en el estado de Nueva York.

4. ANDREAS GURSKY, 99 CENT II DIPTYCHON, 2001. Vendida en 3,346,456 dólares en 2007. El artista visual alemán retrató el colorido interior de los pasillos de un supermercado. Se alteró digitalmente la perspectiva para terminar la composición.

3. JEFF WALL, DEAD TROOPS TALK, 1992. Vendida en 3,666,500 dólares en 2012. El artista canadiense se inspiró en Goya para esta fotografía, hecha como una composición pictórica, que retrata un suceso bélico imaginado en Afganistán.

2. CINDY SHERMAN, SIN TÍTULO #96, 1981. Vendida en 3,890,500 dólares en 2011. La fotógrafa estadounidense aparece sosteniendo un anuncio clasificado del periódico acostada sobre el piso de una cocina.

1. ANDREAS GURSKY, RHEIN II, 1999. Vendida en 4,338,500 dólares en 2011.

El fotógrafo alemán retrató el río Rin, que se aprecia en la imagen entre el campo verde y un cielo nublado. La imagen fue manipulada para borrar paseantes y un edificio en el fondo.

Hace once años amanecimos con una noticia que cambió el rumbo de la historia. Desde aquella mañana del 11 de septiembre, en las aduanas las medidas se volvieron más estrictas, en el séptimo arte las películas con escenarios en Nueva York se dividen en antes y después de las Torres Gemelas.

Repasando la información de la tragedia que envolvió a la nación más poderosa del mundo, hay dos aspectos que el portal www.sinembargo.mx destacó en la víspera de un aniversario más del atentado terrorista del llamado 11-S.

En primer lugar, el caso de los mexicanos que murieron al caer el World Trade Center después de que dos aviones se impactaron contra este edificio. Resulta que en la memoria de casi tres mil víctimas mortales, sólo están los nombres de cinco paisanos, tres de ellos originarios de Puebla.

“Los otros muertos de México volverán al olvido. Son unos 500 o 600, quizá 800 o más; y este quizá puede extenderse en los límites del Censo de 2000 que contó en esa ciudad a 186 mil 872 mexicanos, el 8.6 por ciento de la población total”, dice el despacho informativo.

“De México, quedaron inscritos los nombres de Antonio Meléndez, Antonio Javier Álvarez y Leobardo López Pascual, de Puebla, así como Juan Ortega Campos, de Morelos, y Martín Morales Zempoaltécatl, de Tlaxcala. Los cuatro primeros trabajaban en el restaurante Windows of the World, en el piso 107 de la torre uno. Ortega laboraba en Fines and Saphiro. Las familias de ellos son las únicas mexicanas que recibieron beneficios del Fondo Federal de Compensación. Cada una, entre 1.1 y 1.5 millones de dólares como finiquito, de acuerdo con información del Consulado de México en Nueva York”, continua el texto.

De acuerdo con la Asociación Tepeyac, una de las principales organizaciones defensoras de los inmigrantes mexicanos en Nueva York, se calcula que en el atentado perecieron otros 500 mexicanos porque hubo reportes de por los menos 50 casos de connacionales que trabajaban en algunos pisos del WTC. A ellos se sumarían otros 450, repartidos en restaurantes, florerías, los Star Bucks, los Mc Donalds, los Burguer King, las pizzerías, los carros de hot-dogs, los departamentos cercanos a donde los mexicanos iban a hacer limpieza. Sin embargo, ninguno fue reconocido dado que pesó su condición de ilegales.

Otro punto es el de las enfermedades derivadas del atentado terrorista ocurrido el 11 de septiembre de 2001.

El gobierno estadounidense suma 50 tipos de cáncer, incluyendo los del sistema respiratorio y digestivo, como consecuencia de las sustancias y condiciones a las que estuvieron expuestas las personas tras el derrumbe de las Torres Gemelas.