¡Ya por Dios! Supliqué cuando un cristiano común y corriente con todo y tapa bocas en el rostro pretendía conversar sobre el bendito tema.

¡Ya estará de Dios! Pensé resignada cuando el Test de Facebook me respondió que estoy en peligro y corra al médico porque tal vez no sobreviviré al virus de la influenza humana nada más porque no sigo las recomendaciones del presidente Felipe Calderón, no me he enclaustrado en el hogar y me vale gorro si el AH1N1 extermina el centro de la República Mexicana, a todo el país o al mundo entero.

Que Dios nos agarre confesados en nueve meses cuando la tasa de natalidad se haya incrementado, al igual que las ventas de películas piratas, se multiplique el número de esquizofrénicos, desempleados, negocios quebrados y demás consecuencias del caos que ha propiciado el “paro técnico” a escala mundial en que se ha convertido una alerta por pandemia, que en lo personal considero, se ha sobre dimensionado.

Y es que resulta una verdadera violación a los derechos humanos obligar prácticamente a la población a quedarse en su casa, restringiendo incluso eventos particulares como bodas o XV años y de los cines y lugares de esparcimiento sano ya no hablamos porque no quiero hacer berrinche otra vez.

La Oración

Santa María de Guadalupe:

A ti que nos amas con especial ternura,

velas por nosotros con maternal intercesión

y nos procuras siempre tu eficaz ayuda,

suplicamos tu protección y auxilio

para superar pronto esta epidemia

que ha venido a afectar nuestra nación.

Cúbrenos con tu manto,

líbranos de este mal.

Ruega por todas las autoridades

y por quienes tienen poder de decisión

para que sepan establecer medidas y prioridades

para prevenir y ayudar a toda la población,

y en particular a quienes son más vulnerables.

Concédenos prudencia y serenidad

para actuar con mucha responsabilidad

y así evitar ser contagiados o contagiar.

Socorre al personal de salud,

vela por la recuperación de los enfermos

y sé consuelo de quien se encuentra en duelo.

Madre del Verdadero Dios por quien se vive,

tú que nos has rescatado de otras plagas,

encomiéndanos a la misericordia

de Aquel que nos sanó con Sus Llagas

y nos de la muerte con Su Resurrección.

Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo

para hallarle sentido redentor

y salir de esta adversidad fortalecidos

en la fe, la esperanza y el amor. Amén

Card. Norberto Rivera Carrera

Arzobispo Primado de México