Adiós a la máquina de escribir
Miércoles, Abril 27th, 2011Todavía en 1992, cuando ingresé a primero de secundaria, Mecanografía era una de las opciones para cursar la materia de Educación Tecnológica. La otra alternativa era Corte y Confección, misma que al año siguiente desapareció del mapa curricular de la escuela de monjas a la que asistí. Así que aquellas valientes que eligieron bordar, cambiaron las agujas por diskettes en segundo de secundaria al mutar la materia a Computación. Un salto gigantesco en materia de tecnología.
Yo elegí aprender a escribir en una máquina. En casa mi papá había recién adquirido una Olivetti electrónica que era toda una modernidad, así que intuí que eso de aprender la alta (o baja) costura estaba out en la nueva década.
Al fondo del salón había algunos armatostes que, a manera de reliquias, figuraban como parte de un mini museo que diera fe a los más de 40 años de experiencia que guardaba la institución educativa administrada por las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres.
La maestra Elba era famosa por sus métodos ortodoxos para aleccionar a las señoritas en el arte de la mecanografía. Pasaba de los 50 años y era toda una señorita. Usaba bastón y tenía una cara de pocos amigos que hacía que una se paralizará de miedo. Corría el rumor de que a quien sorprendía volteando la vista hacia las duras teclas le metía un reglazo como reprimenda.
Y así transcurría la clase. Con el sonar de las pesadas teclas sobre hojas martilladas. Dependiendo la lección era el color: rojas, azules, amarillas o verdes. Decenas de planas enteras con el asdfg ñlkjh (y así cada renglón consecutivo de letras y números) hicieron que hoy pueda escribir este blog viendo sólo a la pantalla.
Sólo hasta tercero de secundaria ocupamos las cuartillas blancas, en ese grado debíamos ya saber redactar memorándums y cartas con todo y márgenes apropiados. Después de seis semestres la velocidad ya no debía ser un problema. Nunca valoré mi clase de Mecanografía hasta que ingresé al mundo de las noticias y descubrí que hay quienes escriben con ¡sólo dos dedos! o que existen otros que aún viendo el teclado regresan una y otra vez el cursor para corregir una decena de “dedazos”.
El uso de corrector era una falta semejante a cometer un pecado, y creo que no es necesario abundar lo que eso significaba en un colegio de enseñanza católica. Así que cuando una tenía demasiadas letras encimadas o no tenía más goma de lápiz para borrar más valía repetir toda la hoja antes de ser exhibida por la tutora de la clase.
Este martes conmocionó el anuncio que hizo Godrej & Boyce Manufacturing Company, la última empresa en el planeta que todavía vendía máquinas de escribir. Según el cable noticioso, esta compañía está rematando las últimas 500 piezas que le quedan. De hecho, la producción se detuvo en 2009, después de que desde su base en India, allá por la década de 1990 vendía 50,000 máquinas de escribir al año.