Este 5 de agosto se cumplen 50 años de la desaparición del ícono mundial, Marilyn Monroe. Las cadenas de televisión preparan una programación cargada de películas de la estrella que se volvió leyenda debido a su trágica y misteriosa muerte, así como sus amoríos y polémica personalidad.

Para muchos, Marilyn es esa rubia debilidad a la que el paso del tiempo no ha hecho sino confirmar en su carácter legendario, único e irrepetible. En Puebla, incluso, la fecha coincide con la llegada del filme que le valió una nominación al Oscar como Mejor Actriz a Michelle Williams.

Rodeada de diamantes y corazones rotos, la Monroe ha sido inspiración para muchos y muchas pues ellos buscan piernas torneadas como las de ella, mientras que ellas mueren por imitar su sonrisa incitante.

Así era ella. Rubia, carnosa, provocadora y fatal; dueña de una mirada de terciopelo, sonrisa encantadora, de voz entre susurrante y seductora; Marilyn tenía todo, ¿pero quién hubiera podido sospechar la dimensión de imagen de culto que alcanzaría tras su muerte?

Norma Jeane Baker comenzó como modelo desnudando algunas de sus cualidades para revistas como Playboy (de la que fue tapa en su primer número) y como actriz en pequeños pero inolvidables papeles secundarios. Con un contrato firmado, la Fox consideró a Marilyn un diamante en bruto y decidió realizarle un cambio de look que incluía nuevo color y corte de cabello, maquillaje seductor y un guardarropas a la medida.

El brillo no tardó en llegar y no le fue difícil opacar a otras actrices del momento y alcanzar finalmente los papeles principales. Su reconocimiento mundial comenzó a desarrollarse después de que protagonizara Gentlemen Prefer Blondes; pero los éxitos, fracasos y escándalos la tuvieron como protagonista en los medios, haciéndola derramar tantas lágrimas en privado como sonrisas repartía en público.

Le cantó a un presidente norteamericano el feliz cumpleaños más sugestivo, criticado e imitado; buscó el amor en una larga lista de amantes y esposos célebres, para preferir compartir su cama con el intoxicante aroma del Chanel N°5. Asfixiada por un sex-appeal que la excedía, agobiada por las críticas y rendida ante la incapacidad de encontrar el verdadero amor, intentó desahogarse en soledad con una botella y un frasco de pastillas.