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De la #ReformaEnergética, la final y Luismi

Lunes, Diciembre 16th, 2013

El de ayer no fue un domingo cualquiera. De esos en los que “no pasa nada”. De hecho en Puebla todo se juntó, así que ahora hablaremos de una cosa como de otra, así como La Chimoltrufia. Mientras muchos anticiparon que sería este lunes cuando los diputados y las diputadas de Puebla validarían la Reforma Energética, resulta que nos madrugaron… a todos.

Así presumía hace unas horas en su perfil en Twitter el diputado priísta Ernesto Leyva, mejor conocido como @netodechinantla la “aplanadora” del PRI-Verde-Panal para que Puebla se sumará a los 16 congresos que han dado el visto bueno a la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto.

Pero antes de que eso ocurriera, los izquierdistas y simpatizantes del grueso que opina que la mentada reforma contraviene los intereses de las mayorías, se manifestaron afuera del Congreso Local. En la rebatinga el diputado chapulín Héctor Alonso Granados, que no brilla por su educación, acusó que los protestantes le robaron su reloj y se quejó porque no los escoltaron con camionetones y elementos de seguridad hasta su lugar de trabajo. Lo que hay que ver. La tuitera @zazuvargas compartió las siguientes imágenes de la protesta que se llevaba a cabo mientras el resto de la ciudadanía “papaloteaba” entre las apuestas por quién ganaría la final del futbol mexicano: América o León.

Y sí. El partido fue el perfecto distractor para que nadie chistara por lo que estaba pasando en la 5 poniente casi esquina con la 3 sur. Vaya, en cuanto la Reforma Energética tuvo el aval de 31 diputados contra sólo dos que se opusieron, nuestros representantes en el poder legislativo se sumaron a los millones de televidentes futboleros, o al menos el famoso Neto de Chinantla, así lo hizo, aquí la prueba:


Para rematar, quienes no estaban emborrachándose por la alegría o la pena del campeonato del equipo de León, seguro tampoco se enteraron porque estaban esperando a Luis Miguel en el Auditorio Siglo XXI, tal como lo presumió Sherlyn, quien seguro estuvo en primera fila con su esposo, el dirigente del Panal en Puebla, Gerardo Islas Maldonado.

El Callejón del Beso

Lunes, Noviembre 15th, 2010

Después de mucho pensarlo decidí acompañar a mi familia en un viaje por la ruta del Bicentenario. Aunque no pisaríamos cada punto de los lugares que se consideran la cuna de la Independencia de México, mi madre me prometió recorrer León, Guanajuato, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo, Celaya y Querétaro.

A sabiendas de que en el trayecto el griterío de los chamaquitos que tengo por sobrinos me recordaría la importancia que siempre le he dado a cumplir con mi trabajo los 365 días del año, acepté la invitación de mi padre más movida por el chantaje emocional que por escaparme de la rutina diaria.

Y ahí estábamos, en la ciudad sede del famoso festival Cervantino. “¿Dónde queda el Callejón del Beso?” era lo único que preguntaba nada más por saciar mi curiosidad y ver ese rincón en el que las parejas tienen que detenerse si es que realmente quieren regresar a sus respectivos hogares y decir que pisaron Guanajuato.

“Ya no existe”, decían unos de mis parientes. “Ya prohibieron los besos”, completó por ahí otro integrante de la excursión al estilo “Mi Pobre Angelito”. Total que después de caminar y caminar, escuchamos a un grupo de boy scouts que no dejaban de gritar y animar a las decenas de personas arremolinadas en el mentado Callejón del Beso.

Leí que hace año y medio, los guanajuatenses célebres por inventarse leyes santurronas como la que prohíbe el uso de las minifaldas o peor aún la de pedir limosna, también determinaron por la vía jurídica que a toda aquél que se sorprendiera siguiendo la tradición que indica la leyenda de este callejón (osea agarrarse a los besos) sería consignado por las autoridades.

Pues resulta que en pleno domingo a las nueve de la noche en ese estrecho espacio de 68 centímetros ubicado en las faldas del cerro del Gallo, habíamos cerca de cien personas haciendo fila para subir al tercer escalón y darnos un beso de amor para merecer esos 7 años de felicidad, como lo indica la leyenda popular. Y la policía…. bien gracias. Y no es que quisiera que me llevaran presa sino que me intrigó la falta de elementos de seguridad pública que vigilen que a los turistas nos traten bien en tiempos en los que la paranoia por los asaltos, balaceras y demás nos tiene con el “Jesús en la boca”, dirá mi abuelita.

Regresando a los besos, a grandes rasgos, los lugareños cuentan que en los balcones edificados en el siglo XVIII, un par de enamorados cuyas familias les prohibían verse, se citaban clandestinamente para darle rienda suelta a sus pasiones. Todo iba bien hasta que el padre de Doña Ana, como se llamaba la susodicha, la descubrió en el momento de besarse con Don Carlos y ahí mismo la mató clavándole una daga en el pecho.