Cuando mi novio me insinuaba que ya era hora de ir poniéndole fecha al “casorio”, yo como buena novia fugitiva solía darle largas. Primero le dije que aceptaba siempre y cuando las nupcias fueran el 12 del 12 del 12, o sea el Día de la Virgen de Guadalupe del próximo año, nada más para ver si el mundo seguiría para ese entonces, sin embargo, como faltaban casi dos años para tal plazo fatal, el joven insistió en que recortara el tiempo.

Fue entonces cuando mi vocación de matemática frustrada salió a flote y le dije que entonces fuera el 11 del 11 del 11… es decir hoy…. pero como era un poco descabellado el hecho de juntar a mi numerosa familia en viernes decidimos adecuar nuestra fecha capicúa al 11011.

Total que esta noche dejaremos de asistir al concierto de Tiesto, que aseguran que saldrá a presumir sus dotes de D.J. en Cholula, justo a las 11 de la noche. La razón para faltar al festín electrónico es, precisamente, la boda de una de las amigas de mi ahora esposo.

Hoy en el mundo, miles de personas se matrimoniarán, otras se juntarán y muchas más por lo menos harán el amor. Los desamorados seguramente quemarán “ahora sí” todo lo que les recuerde su desgracia y empezarán con ímpetu su “nueva vida”. Los catastróficos estarán pendientes de algún avionazo, temblor o la llegada de extraterrestres en aras de presenciar el fin de la especie humana. A su vez, los idealistas no dejarán de pedir deseos y pasar una y otra vez por la bendita puerta de la “sincronización” en aras de que su “qi” se eleve y la “energía fluya”.

Mientras son peras o son manzanas, mis amigos egipcios ya se pusieron las pilas y han mandado a resguardar la Gran Pirámide de Keops para evitar que los fanáticos de las vibras cósmicas y ancestrales lleguen a querer hacer rituales o meterse para celebrar el minuto 11 después de las 11 de la mañana.

Ubicada en Guizeh, muy cerca de El Cairo, la tumba del faraón Keops, de más de 4.500 años de antigüedad, es una de las siete maravillas del mundo antiguo y la única que aún se conserva.