La Jaula de Oro
11.06.2014En medio de monstruos de Hollywood como X – Men, Maléfica, Godzilla o Spiderman, la película La Jaula de Oro se mantiene en cartelera poblana. Tal vez esta sea su última semana. Los 56 premios que ha cosechado alrededor de todo el mundo la han ayudado a jalar público a cuentagotas a las salas de cine.
Quería verla por mi barato argumento de “apoyar al cine mexicano”, pero la pensaba porque suponía que debía llevar estómago para ver un drama de migrantes. Y es que el tema por sí es escarnioso y desgraciadamente es más cómodo cerrar los ojos a lo que nos resulta doloroso.
Después de ver la cinta del español nacionalizado mexicano, Diego Quemada – Díez lo único que pasaba por mi mente era ¿cómo le hicieron todos mis parientes que están del otro lado?. Mucha de mi familia paterna es originaria de Acatlán, ubicado en la región mixteca de Puebla, de donde todo el tiempo está saliendo gente en busca del sueño americano.
La miseria y las carencias de Centroamérica o poblados que están muy cerca de nuestras cómodas urbes empujan cada año a miles a lanzarse a esta aventura que lejos de ser un sueño es más bien una pesadilla. En la travesía por todo México, niños y mujeres de todas las edades arriesgan la vida (en el mejor de los casos), la dignidad e integridad por insertarse en el mercado laboral ilegal de Estados Unidos a donde podrán conseguir el trabajo que los norteamericanos no quieren. Y es que Vicente Fox tenía razón, son los latinos los que recogen basura, separan desechos, trabajan bajo el sol o en congeladores.
Lo sorprendente de la cinta es que Diego Quemada – Díez no necesitó chorros de sangre, ni un solo balazo, vejaciones explícitas o actores que dramatizaran las escenas. Lo único que hace durante 110 minutos es presentarnos a tres jóvenes guatemaltecos: Juan (Brandón López), Sara (Karen Noemí Martínez Pineda), Samuel (Carlos Chajon), que coinciden con un indígena tzotzil llamado Chauk (Rodolfo Domínguez) en La Bestia.
La historia de amistad, amor y supervivencia corre de la mano de imágenes reales: las de los 300 migrantes de carne y hueso que terminan figurando como extras. Estás sentado en la butaca y sí estás pendiente de lo que pasará con cada uno de los personajes pero también descubres que todo lo que está a cuadro son imágenes cotidianas, nada de un set montado.
En el camino nuestros protagonistas, que no son actores profesionales, tienen que trabajar en la calle para comer algo; son asaltados por policías que los deportan; deben huir de los retenes a lo largo de la vía del tren; enfrentan el abuso del crimen organizado; tienen que sobrevivir a un grupo de migrantes como ellos que en lugar de llegar a Estados Unidos se quedó en Chiapas operando una red de secuestradores y extorsionistas telefónicos; trabajar como mulas para cárteles mexicanos y librar el exterminio de los cazamigrantes en la frontera norteamericana. Nada alejado de la realidad.
Una vez llegando al norte, a miles de kilómetros del hogar, la pesadilla americana comienza pues los sobrevivientes viven enjaulados en un pais en el que no tienen derechos y en el que son cazados como venados.
La excelente narrativa, la fotografía, la música y la dirección son otros factores por los que La Jaula de Oro es la cinta que hay que ver este miércoles de cine 2 por 1.