Millones nos pusimos el calzón rojo y hasta uno amarillo para que el amor y el dinero tengan buenos augurios en este 2011. Otros tantos devoramos en segundos doce uvas sin reparar por completo en los deseos que anhelamos para cada mes de este año que ya consumió sus primeras 48 horas.

Sin embargo, el mundo no es un cuadrado y como la historia nos lo ha demostrado en el caben todo tipo de creencias, idiosincrasias y estilos de vida.

Lo que el calendario gregoriano marcó este 1 de enero como el inicio del año 2011, para otras culturas no fue así. Los chinos, por ejemplo verán finalizar su año 4708 el próximo 2 de febrero. Los musulmanes, por su parte, viven en pleno año 1432 y será hasta el 26 de noviembre cuando renueven su calendario. A su vez el pueblo hebreo suma ya 5772 años en su cuenta, para ellos el momento de cambiar de año será el 29 de septiembre.

Ahora bien, en cuestión de fiesta, los primeros en recibir el 2011 fueron los habitantes de Nueva Zelanda. En ese país un impresionante espectáculo de fuegos artificiales puso el punto de partida a las celebraciones del Año Nuevo en el mundo. Luego llegó la fiesta a Australia, donde se utilizaron 7 toneladas de cohetes para cautivar con su belleza a más de un millón de espectadores.

En Dubái recibieron el Año Nuevo con un sorprendente espectáculo de luces multicolores que alumbró el edificio más alto del planeta.

En Londres los fuegos artificiales alumbraron los puntos más emblemáticos de la capital británica: el Big Ben, la noria y el malecón del Támesis.

Los holandeses dieron la bienvenida al Año 2011 de acuerdo con su tradición de hace más de medio siglo: más de 27 mil personas en 63 lugares de los Países Bajos se sumergieron en las aguas gélidas del Mar del Norte batiendo el récord de asistencia.

FOTOS: AFP

La revista CNN Expansión dedicó en su reciente edición un espacio a Container City, el concepto de vivienda y espacios comerciales que crearon Gabriel Esper y Daniel Miguel, quienes recrearon en San Andrés Cholula la idea que importaron de un colorido complejo que vieron en Londres.

Antros, bares, talleres, restaurantes, galerías y comercios están ubicados en 50 contenedores usados, con un peso de cuatro toneladas por unidad, y en su mayoría con un tamaño de 40 pies (12 x 2.4 x 2.40 de altura). Estas peculiares cajas de metal fueron adquiridas por Esper y Miguel a un precio promedio de 3 mil  dólares a compañías navieras en el puerto de Veracruz y en la Ciudad de México.

Aunque en un principio estos diseñadores gráficos de la UDLAP pretendían desarrollar conjuntos habitacionales que representarán una alternativa para que los estudiantes pudieran encontrar un lugar donde vivir a solamente unas cuadras de su escuela. Sin embargo, estos emprendedores reconocen que la brillante idea no “cuajó” porque los estudiantes mexicanos aún no estaban listos para vivir dentro de contenedores.

El proceso total llevó dos años, desde la concepción del proyecto en 2007, hasta su construcción, la cual se desarrolló a lo largo de seis meses. Desde entonces las reacciones han sido múltiples y nunca faltan las críticas, mismas que en su mayoría refieren que Container City no logra incluirse positivamente en el ambiente del pueblo y no tiene identidad con Cholula, o bien, con el calor que se genera al interior de las láminas, el peligro que representan las instalaciones eléctricas expuestas a la intemperie.