El verdadero San Valentín
Jueves, Febrero 14th, 2013Mi novio piensa que el Día del Amor y la Amistad es un día muy comercial. “Es como el día de la madre o del padre, todos esperan ese día para materializar lo que el resto del año no hicieron”, opina el joven detallista que un día me enamoró con flores, fotos y vino, mucho vino tinto.
Yo creo que los detalles no vienen mal en cualquier momento, sin embargo, a veces ese momento no llega y es entonces cuando las mujeres agradecemos a San Valentín que obligue, de alguna manera, a nuestros hombres a sacarnos a pasear, llevarnos al cine, regalarnos una rosa o escribirnos un mensaje amoroso.
La víspera de este jueves, escuchaba decenas de reclamos y berrinches de la juventud desenfrenada que exige a Cupido una pareja porque “no pueden más” con la soledad. Sinceramente, no veo la urgencia por depender emocionalmente de una persona, como si teniendo alguien que te regale un globo metálico enorme, la complejidad de nuestra existencia estuviera resuelta.
Entre tanto bombardeo comercial para los enamorados, me entró la curiosidad por saber a quién debemos toda la faramalla del Día de San Valentín y esto fue lo que encontré: cuenta la historia que el emperador romano Claudio II prohibió la celebración de matrimonios entre los jóvenes, pues pensaba que los solteros eran mejores soldados. El sacerdote cristiano Valentino, que era muy popular, no acató la orden y siguió casando a las parejas en secreto.
Así, este buen Valentín logró gran prestigio en toda la ciudad y fue llamado por el emperador Claudio II para que éste le conociera. El cura aprovecha aquella visita para hacer propaganda de la religión cristiana. Aunque en un principio Claudio II se sintió atraído por la religión que los mismos romanos perseguían, los soldados y el propio Gobernador de Roma le obligaron a desistir y organizaron una campaña en contra de Valentín. El emperador romano cambió de opinión y ordenó al gobernador de Roma que procesara al sacerdote.
“La misión de condenar al sacerdote la tuvo que llevar a cabo el lugarteniente, Asterius. Éste, cuando estuvo delante del sacerdote, se burló de la religión cristiana y quiso poner a prueba a Valentín. Le preguntó si sería capaz de devolver la vista a una de sus hijas que era ciega de nacimiento. El sacerdote aceptó y obró el milagro. El lugarteniente y toda su familia se convirtieron al cristianismo pero no pudieron librar a Valentín de su martirio. Claudio II lo mandó martirizar y ejecutar el día 14 de febrero del 270”.
La historia de San Valentín hubiera quedado ahí si no fuera porque dos siglos más tarde la Iglesia católica la recuperó. Por aquel entonces era tradición entre los adolescentes practicar una curiosa fiesta pagana derivada de los ritos en honor del dios Lupercus, dios de la fertilidad que se celebraba el día 15 de febrero. Era un sorteo mediante el cual cada chico escogía el nombre de una joven que se convertiría en su compañera de diversión durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esta celebración pagana y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.
El cuerpo de San Valentín se conserva actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está situada en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en este templo un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente.
En resumen, la historia nada tiene que ver con corazoncitos, globos, chocolates y rosas.