Los últimos días de marzo de 2005 el mundo entero vivió conmoción e incertidumbre. Desde el Vaticano salían noticias sobre el precario estado de salud que enfrentaba el entonces Papa Juan Pablo II. Entre el 31 de marzo y el 2 de abril hacíamos guardia en la estación de radio para mantener informada a la gente en Puebla de lo que ocurría del otro lado del mundo. Fue un sábado después de medio día (cuando en Roma ya eran las 21:37 p.m) cuando las redacciones de los medios de comunicación debimos dar la fatal noticia.
Hubo luto hasta por parte de quienes no profesan la religión católica. Todos los líderes reconocían el carisma y el don de luz que emanaba el polaco Karol Józef Wojtyła. Los funerales duraron días enteros y el humo blanco para conocer a su sucesor tardó 17 días en salir.
Juan Pablo II fue recordado este miércoles al cumplirse 9 años de su partida. Tenía 84 años y 11 meses cuando falleció a consecuencia de una septicemia por complicación de una infección de vías urinarias. Lo anterior después de que había sufrido una fractura en el cuello del fémur y había sido hospitalizado por un síndrome de dificultad respiratoria, siendo sometido a una traqueotomía a mediados de marzo de 2005.
En su agonía, le dictó a su secretario, Stanisław Dziwisz, una carta en la que decía: “Soy feliz, séanlo también ustedes. No quiero lágrimas. Recemos juntos con satisfacción. En la Virgen confío todo felizmente”.
Juan Pablo II tuvo una conexión especial con México. En Puebla el 28 de enero de 1979 es un día marcado en el calendario como histórico pues fue la fecha en que recorrió las calles del centro histórico, pasó frente a la Catedral sin poder entrar dado lo estrecho del papamóvil, y se dirigió al Seminario Palafoxiano donde inauguró la III Conferencia del Episcopado Latino Americano.
Fue Eugenio Lira Rugarcía quien compartió la siguiente imagen en su perfil en Facebook acompañado de este mensaje: “¡Buenos días! Hoy se cumplen 9 años desde que Dios llamó a la vida eterna al beato Juan Pablo II, que será proclamado santo el próximo 27 de abril, segundo Domingo de Pascua, fiesta de la Divina Misericordia.
Agradezcamos a Dios los grandes regalos que nos concedió y nos sigue concediendo a través del Papa Wojtyla y aprendamos de él a no tener miedo de llamarnos cristianos, de pertenecer a la Iglesia y de testimoniar la infinita misericordia de Dios.
Encomendándolos a su intercesión y pidiendo a Dios que los bendiga a todos, les comparto una fotografía de la audiencia que el Santo Padre me concedió el 23 de mayo de 2000.”
A propósito, el obispo auxiliar de Puebla también recordó a la comunidad que también se celebran los primeros 5 años del arzobispado de Víctor Sánchez Espinoza.