¿Hay alguien en casa?
A estas alturas del año, de la pandemia, del virus que nos cambió los días, ¿hay alguien guardado cien por ciento en su casa?. Todos nos escapamos. ¿Qué tanto es tantito?. A ver a los papás. A comer con los hermanos. A tomar el café a casa de la amiga. A cobrar por las chambitas que subsanan el desempleo formal. Eso sí. Entramos y salimos con cubrebocas. Los más conservadores salen al menos una vez a la semana al súper.
En su más reciente artículo para El País, el filósofo surcoreano Byung Chul Han expone la relación entre Civismo y Pandemia. Cuestionaba cómo es que en oriente la epidemia ha ido controlándose y qué tanto el civismo, el código con el que los ciudadanos acataron las normas de higiene y las reglas de confinamiento tuvo mucho que ver en la disminución de contagios, pero sobre todo, decesos.
Hoy que nuevamente Europa nos marca la pauta. De este lado del Océano debiéramos ya tomar nota, para no repetir la historia de hace apenas seis meses. Byung Chul Han precisamente argumenta a través de la palabra japonesa 民度 (“mindo”), traducida como el nivel cultural de la gente, el factor que hoy se traduce en que Europa vive una segunda ola de contagios temiendo repetir la historia de marzo pasado, mientras que Asia enfrenta rebrotes menos dramatizados. Mientras que México y gran parte de América Latina han perdido el control del semáforo de emergencia.
Es cuestión cultural. Aún persiste el dilema sobre si en oriente cabe la subjetividad, ya que los sistemas religioso y político que predominan anteponen el bien común y la obediencia absoluta, donde no hay lugar a preguntarse por el deseo propio. Pero los mexicanos no somos así. No está en nuestra sangre. Si nos dicen que a las 10 se acaba la fiesta, pagamos por “la última y nos vamos”. Si dicen que la fiesta es solo en tu casa, pues cerramos la calle. Total. ¿Qué tanto es tantito?. Somos “almas libres”. Valemadres. Nos encomendamos a la Virgencita. Y decimos con firmeza “pues ya estará de Dios”, los menos creyentes y más positivistas prefieren confiar en el principio de selección natural de las especies. “Sobreviviremos los más fuertes”.
Ojo aquí. Aun cuando en cada encuentro con el otro nos jugamos la vida, o mejor dicho la muerte. No asumimos que esa muerte podría ser la nuestra. Siempre es la del otro. El vecino de enfrente. Ver la propia sería enloquecedor. Y de locura todos hemos tenido buenas dosis en este año. #UsaCubrebocas
Retoque: POA Estudio