De aromas y olores
Algunos somos más susceptibles que otros a los olores. A mí, por ejemplo, me encanta el olor a tierra mojada. Mi mamá me critica porque huelo la comida antes de probarla, no lo puedo evitar, aunque ella insista que es de “mala educación”.
En México, la diversidad es basta, así que Consulta Mitofsky realizó una curiosa encuesta en la que preguntó a mil mexicanos cuáles son sus olores favoritos y qué denotan cada uno. Aquí los datos más relevantes:
• El olor preferido de la población en México es el de las flores al obtener el 19% de las menciones, en segundo lugar está el perfume o loción con el 9%, el tercero está el aroma a rosas (6%), le sigue el olor a campo (6%), a comida o guisados (5%) y a tierra mojada (5%).
• Haciendo un llamado a la nostalgia, dentro de los principales olores que les recuerda su infancia a los ciudadanos se encuentran el olor a campo (9%), seguido de cerca por el olor a tierra mojada (8%), le siguen el olor a flores (7%) y a dulces o chicle (6%), el pan recién horneado, el perfume y la comida (3% cada uno).
La nariz humana es capaz de distinguir entre más de 10,000 aromas diferentes, por el contrario la anosmia es la pérdida del olfato, a lo largo de este espectro se mueve este importante sentido, aunque sin importar que tan sutil sea el olfato de cada quien, todos los días lo utilizamos de una manera natural y sin prestarle demasiada atención.
Según los especialistas el olfato está fuertemente asociado al apego que desarrolla un bebe ante la proximidad de su madre cuando la vista aún no se encuentra desarrollada. Los aromas que percibimos son los cimientos que apuntalan esa “química” que se desarrolla entre las parejas; los olores son nuestro mayor referente para analizar el estado de conservación de los alimentos y bebidas antes de que el sentido del gusto intervenga.
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