San Miguel del Milagro
La media noche del viernes circulaba sobre la Avenida México – Puebla en el municipio de Cuautlancingo y observé con extrañeza como numerosos grupos caminaban a prisa uno seguido de otro. Pensé primero que serían trabajadores de alguna fábrica de las inmediaciones, después al ver a niños que trataban de seguir el paso de sus padres que les tomaban la mano, supuse que todos habrían salido de alguno evento. Al final, caí en la cuenta que no iban presurosos a alcanzar la última combi sino que formaban parte de una peregrinación. Así fue como conocí la devoción a San Miguel del Milagro.
El arcángel que venció a Satanás entró en mi vida la noche previa a la noticia más aterradora que he recibido en toda mi vida. Al día siguiente visité a uno de los hombres más nobles y buenos que he conocido desde pequeña y que hoy duerme en coma tras la complicación en su salud que le ha acarreado la metástasis que hace sólo un par de semanas se le detectó en el cerebro.
Después de la visita al hospital, al regreso casi a la media noche del sábado, de nueva cuenta observé el fervor con el que los seguidores de San Miguel caminaban bajo la lluvia sobre el camino que conecta al municipio de San Miguel Xoxtla y a su vez, los guía hacia el poblado ubicado en Tlaxcala, donde cada 29 de septiembre se congregan los fieles católicos que lo veneran y agradecen algún favor concedido o suplican por alguna causa difícil.
Para mí no es casual que mi tío haya caído en coma este fin de semana, así que decidí encomendar el milagro de su recuperación a San Miguel así como difundir su leyenda, con la firme convicción de que de verdad la fe mueve montañas y la esperanza es lo último que muere.
Aquí la leyenda:
“Hace muchísimo tiempo, en uno de los cerros que rodean el valle tlaxcalteca, tuvo lugar una singular batalla entre este arcángel y Satanás, para ver quién de los dos extendería su manto sobre esta región. La tierra se estremeció por la cruenta lucha, de la que salió victorioso San Miguel, haciendo rodar al diablo por una de las laderas del cerro, formando en su caída una vereda.
Años después, en 1631, San Miguel Arcángel se apareció al indígena Diego Lázaro, informándole que en ese lugar brotaría un manantial de agua milagrosa. Ante suceso tan portentoso, se construyó una ermita y más tarde un templo, donde se encuentra el pozo de agua santa que atrae a un gran número de peregrinos, que buscan sanar sus males y aliviar sus penas, para lo cual suben por la vereda que, según la leyenda, formó el diablo, hasta llegar al templo de San Miguel del Milagro”.
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