34 años sin Elvis
El 16 de agosto de 1977 fue el último de los días terrenales de Elvis Presley. Fue a raíz de su muerte cuando nació la leyenda que ha sobrepasado el siglo XX. Hoy que sus seguidores en suelo estadounidense visitan como cada año su tumba en Graceland, bien vale la pena retomar el relato que Jorge Pérez escribió para El Nuevo Día, en el que recrea la mañana en que el intérprete setentero dejo de existir en el mundo de los vivos.
¿Qué estaba haciendo?, ¿Cuáles fueron sus últimas palabras? y otros detalles del astro, a continuación:
“En agosto de 1977, Elvis Presley vivía en su mansión llamada Graceland, en Memphis, con su novia, Ginger, y Lisa Marie, la hija que había tenido en su fracasado matrimonio con Priscilla Beaulieus.
El cantante y otrora ídolo juvenil tenía 42 años de edad pero aparentaba ser mucho más viejo debido a diversos problemas de salud y el abuso con los fármacos, incluyendo píldoras para el dolor y somníferos.
Sin embargo, musicalmente, se encontraba más activo que nunca. Aunque acababa de terminar una gira en junio, llevaba semanas tratando de ponerse en forma en preparación para la gira que debía comenzar el 18 de ese mes en Portland.
Para cuidar la dieta ingería proteína líquida, recetada por su médico personal. También hacía ejercicios jugando ráquetbol o corriendo en la bicicleta estática.
En horas de la mañana del 16 de agosto -el mismo día en que debía viajar en horas de la noche a Portland- se internó en su baño con un libro.
A Ginger no le extrañó: se trataba de un baño muy particular, que tenía teléfono y hasta un televisor. Elvis a menudo se metía allí con un libro y tardaba horas en salir.
Esta vez, en determinado momento ella sólo se limitó a decirle “No te quedes dormido allá dentro” y él le respondió: “No lo haré”.
Sin embargo, fue Ginger la que se quedó dormida. Al despertarse después de las 2:00 p.m. se percató de que Elvis aún no había regresado. Se levantó de la cama y, al ver que no respondía a su llamado, empujó la puerta del baño y lo encontró aún en pijama y tendido en el suelo.
Cuando fracasaron todos los esfuerzos por revivirlo, fue declarado muerto a las 3:30 p.m. en el Hospital Baptist Memorial.
Más de 80,000 personas asistieron a su funeral dos días más tarde; anualmente, miles de personas visitan Graceland, propiedad que luego se reconocería como monumento nacional; y su legado musical había producido 18 canciones que se pusieron al tope del ‘hit parade’ en la lista de los éxitos pop de Estados Unidos (luego conseguiría más hits en la modalidad ‘country’), calculándose hoy en día que, a escala mundial, debe haber vendido más de mil millones de discos.
Pero al igual que ocurriría con otro ídolo del pop más de tres décadas después -Michael Jackson, quien por un tiempo estuvo casado con Lisa Marie-, Elvis se preparaba para lo que prometía que sería la mejor gira de su carrera, dispuesto a demostrarle a todo el mundo que aún seguía siendo el rey.
No pudo ser: la autopsia reveló que, entre otras cosas, padecía de arritmia, o un ritmo cardíaco irregular, y que ésta había sido la causa de su muerte, tal vez exacerbada por el esfuerzo físico de las últimas semanas.
En fin, ¿cuál fue el libro que le acompañó a la hora de su muerte en el baño?
Hay dos versiones, pero ambas confirman su interés por los temas místicos o espirituales: una asegura que se trataba de “La búsqueda científica del rostro de Jesús”, que trata el tema del manto de Turín.
Pero la otra, menos religiosa y revelada por uno de sus biógrafos, asegura que el libro hallado en el piso era uno titulado “Sex and Psychic Energy” que supuestamente consistía de un estudio de la energía sexual y psíquica que correlacionaba posiciones sexuales con signos astrológicos.”
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