Con el paso de los años, el ahorro energético generado por el horario de verano fue cada vez menor, debido, entre otras causas, a los hábitos de consumo eléctrico generados por las nuevas tecnologías. Por eso, la medida dejó de ser útil.
Así lo refirió Héctor Flores Márquez, catedrático de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), quien explicó que el ahorro en el recibo de luz de los hogares del país no era el fin último del horario de verano, no obstante sí existía un ahorro de energía globalizado.
“Por ejemplo, en el 2015 se generó un ahorro de mil 35 gb/h, en el 2019 fue de 876 gb/h, y en el 2020, que es el último registro, fueron 537. Entonces cada vez desciende más el ahorro y se explica por los hábitos de consumo de energía”, dijo.
Esas cifras, de acuerdo con el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE).
Explicó que, de forma contraproducente con la medida de ahorro implementada en México hace 26 años, en las viviendas hay cada vez más aparatos tecnológicos para cada miembro de la familia.
Explicó que las nuevas tecnologías, como los aparatos electrónicos que regulan el consumo y los focos ahorradores, generan un ahorro 15 veces mayor que lo que generaba el horario de verano.
“El ahorro no se ve reflejado en el recibo de luz de cada familia, porque eso depende de los hábitos de consumo”, sentenció.
Además del mínimo ahorro energético, otro planteamiento en la discusión para su permanencia o su eliminación fue el de las consecuencias en la salud.
El especialista en trastornos del sueño Alan Martínez Brito reconoció que el principal problema es la alteración del sistema nervioso por la descompensación de horarios para el descanso.
El psicólogo abundó que la adaptación a un nuevo horario de sueño tiene efectos negativos, como nerviosismo, estrés y depresión, que pueden derivar en problemas cardiovasculares.
“Se trata de un esfuerzo mental que puede tener repercusiones a corto, mediano y largo plazo. El cerebro se ve obligado a modificar sus hábitos y resulta en la falta de conciliación del sueño o la falta de un sueño de calidad.
“Sin duda, sí hay un incremento de consultas por este problema cuando inicia el horario de verano”, remarcó.
Explicó que la falta de un sueño de calidad se refleja en somnolencia diurna, cambios en el estado de ánimo y ansiedad, que pueden agravarse si no se logra una buena adaptación.
A lo anterior, dijo, se añaden los niveles altos de cortisol que el cerebro segrega con la luz natural y que se vuelve excesivo cuando se retoma el horario de invierno.
“Tu cerebro se acostumbra a una carga de cortisol por la luz natural cuando sales de casa y está oscuro y comienza el amanecer. Poco a poco comienza a segregarse cortisol para prepararte para el día. Cuando por el contrario sales de casa y ya hay luz natural, esto deja de ser gradual y existe una carga mayor a la que está acostumbrado”, explicó el especialista.
Una mayor segregación de la hormona de cortisol por un periodo prolongado, así como una menor cuando nuevamente se cambia el horario, provoca problemas en el sistema digestivo, en el sistema nervioso y en el sistema cardiovascular.
Por su parte, el secretario de Salud federal, Jorge Alcocer Varela, indicó que el horario de verano “incrementa la depresión y las ideas suicidas en algunas épocas del año; representa mayor riesgo para quienes requieren concentración al iniciar el día, como pilotos, escolares y docentes. Aunado a esto, debido a la fatiga disminuye el rendimiento escolar y laboral, así como la productividad en general”.
Fuente: Crónica