El asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, perpetrado en un remoto templo de la sierra Tarahumara, el pasado 20 de junio, es sólo el caso más reciente de la ya larga cadena de “clericidios” cometidos por el crimen organizado contra sacerdotes de la Iglesia Católica, los cuales comenzaron a incrementarse a partir del sexenio de Felipe Calderón y hoy continúan imparables en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El religioso paulino Omar Sotelo Aguilar, director del Centro Católico Multimedial (CCM), la institución eclesiástica que lleva el minucioso registro de todos estos homicidios, asegura tajante:
“Sí, no hay duda. Estamos ante un caso más de clericidio, puesto que los asesinos se fueron directamente contra nuestros dos hermanos jesuitas para exterminarlos. Sabían muy bien que eran sacerdotes. Y para colmo, todavía sacaron sus cuerpos del templo para intentar desaparecerlos, como advirtiendo: ‘Si somos capaces de matar a un sacerdote, podemos matar a cualquiera’… De ese tamaño es la prepotencia y el poder del narcotráfico en México”.
–¿No han disminuido los ataques contra el clero en este sexenio?
–¡Para nada! la violencia continúa igual, sigue habiendo amenazas de muerte, extorsiones, secuestros, torturas y asesinatos de sacerdotes en distintos puntos del país. Aparte, continúa la profanación de templos y el robo de arte sacro. En estos momentos los medios enfocan sus reflectores en los asesinatos de la Tarahumara, pero en la Iglesia llevamos años padeciendo este tipo de ataques al ayudar a las comunidades afectadas por la violencia.
En lo que lleva el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, dice Sotelo, ya van siete sacerdotes asesinados –de 2019 a este 2022– en las diócesis de Matamoros, Celaya, el Nayar, Cuernavaca, Tijuana y ahora en la diócesis chihuahuense de La Tarahumara, donde la Compañía de Jesús viene realizando su labor pastoral desde hace varios años.
“El ejercicio sacerdotal resulta incómodo para el crimen organizado y para algunos gobernantes, pues no solamente anunciamos el evangelio, sino también denunciamos las injusticias y el trasiego de drogas. Somos un estorbo. Esa es la razón por la que durante este gobierno ya asesinaron a siete sacerdotes, en los que se incluyen nuestros dos compañeros de la Tarahumara”, agrega el entrevistado.
–¿Cuántos de estos crímenes ya se han resuelto y sus culpables están en prisión?
–¡Ninguno! Obviamente que los crímenes de los dos jesuitas, por ser muy recientes, apenas comienzan a investigarse. Pero de los anteriores cinco sacerdotes asesinados en este sexenio ningún caso se ha resuelto. No sabemos de ningún detenido ni de avance en ninguna de las carpetas de investigación. Hasta el momento, todos estos homicidios han quedado en la más completa impunidad.
“Y si esto ocurre con los casos del gobierno actual, ya se imaginará cómo están las investigaciones sobre los sacerdotes asesinados en los sexenios anteriores, que llevan más años de haber ocurrido. Sus casos están empolvados en los archivos. Los asesinos siguen libres, como hasta el momento continúa libre El Chueco, señalado como el presunto asesino de los jesuitas y quien ya tenía cuentas pendientes con la justicia desde 2018. Resulta increíble tanta impunidad.
Fuente: APRO