En 2020, la música de Beethoven multiplicará aún más su omnipresencia en las salas de conciertos de todo el mundo: se anuncian en diversas ciudades ciclos completos de sus sinfonías, sus sonatas para piano, sus cuartetos de cuerda o incluso de la totalidad de su música de cámara; Fidelio, su única ópera, se representará en numerosos teatros; y se celebrarán grandes exposiciones en Bonn y Viena, las ciudades que vieron nacer y morir al compositor, amén de congresos musicológicos para seguir ahondando en las zonas de sombra de su personalidad y en la polisemia inabarcable de su legado artístico. Nadie parece dispuesto a dejar pasar la oportunidad de conmemorar los 250 años transcurridos desde su nacimiento en 1770. Beethoven no es precisamente un paradigma de creador fácil o asequible, pues su música, que no dejó nunca de avanzar en pos de una libertad y una complejidad cada vez mayores, plantea siempre una escucha exigente. Pero sí es el compositor más popular y, probablemente —en lo que más interesa a algunos—, el más comercial.
Los aficionados de largo recorrido recordarán la primera Edición Beethoven publicada por Deutsche Grammophon en 1970, año del segundo centenario, en 76 elepés repartidos en 12 álbumes. Mucho más ambiciosa fue, en 1997, una autobautizada ya como Edición Completa, con 87 cedés en 20 cajas, punto de partida de la que acaba de publicarse ahora, una versión corregida y sustancialmente mejorada y ampliada, ya que supera de largo el centenar de discos. Con la lección muy bien aprendida y testada gracias a las recientes integrales discográficas de Mozart y Bach, Universal recurre a una presentación similar, con los discos introducidos en sobres para economizar espacio —evitando con ello por completo, además, el uso de plástico— y el empleo de distintos colores para identificar los diversos bloques del repertorio, reducidos conceptualmente al máximo: Música orquestal, Música para teclado, Música de cámara, Música para la escena, Canciones, Arreglos de canciones folclóricas, Obras vocales con orquesta y, los dos apartados más novedosos, Rarezas e Interpretaciones clásicas. Si se apilan los nueve grupos por separado formando un cuadrado, sus cubiertas conforman el más famoso de los retratos de Beethoven: el pintado por Joseph Karl Stieler en 1819 y conservado en la Beethoven-Haus de Bonn.
Enfrentado a la ingente discografía beethoveniana de los dos principales sellos clásicos de Universal (Deutsche Grammophon y Decca), Paul Moseley ha debido de sopesar las numerosas opciones posibles antes de decantarse por unas u otras versiones. En muchos casos ha acertado, mientras que en otros su elección final resulta cuando menos discutible, si bien nos movemos en un terreno resbaladizo donde prima siempre la subjetividad. En el caso de las sinfonías, por ejemplo, se ha buscado un equilibrio entre Riccardo Chailly, Claudio Abbado, Carlo Maria Giulini (los tres italianos, curiosamente) y, como es natural, Herbert von Karajan (la Novena de 1976), cuyas tres integrales sinfónicas beethovenianas han ejercido de sucesivos buques insignias del catálogo de Deutsche Grammophon durante décadas. Pero la propia concepción de esta Nueva Edición Completa brinda contrapesos: el bloque orquestal contiene asimismo un llamado Ciclo de Viena, en el que directores como Leonard Bernstein, George Szell, Pierre Monteux, Hans Schmidt-Isserstedt, Carlos Kleiber, Karl Böhm y Andris Nelsons (protagonista de la última integral publicada hace muy poco por el sello amarillo) dirigen las nueve Sinfonías a la Filarmónica de Viena. Y no solo eso: se ofrece también la posibilidad de escucharlas con instrumentos originales a la Orchestre Révolutionnaire et Romantique dirigida por John Eliot Gardiner y, en un solo Blu-ray disc (con archivos de audio), a Herbert von Karajan en su integral de 1961-1962, la mejor de las suyas. Entre el bloque de Interpretaciones clásicas, por último, pueden oírse también oberturas, movimientos o sinfonías completas dirigidos por Arthur Nikisch (su famosa grabación de la Quinta de 1913), Richard Strauss, Otto Klemperer, Fritz Busch, Hermann Scherchen, Wilhelm Furtwängler (su portentosa, bélica y enloquecida Quinta de junio de 1943), Erich Kleiber y Ferenc Fricsay (su justamente célebre Novena de 1958). En uno de los dos DVD, Carlos Kleiber dirige Cuarta y Séptima a la Real Orquesta del Concertgebouw en 1983 (el otro es el Fidelio de Leonard Bernstein). Sorprende, en fin, la ausencia de Frans Brüggen, o de la esplendorosa Octava de Eugen Jochum, o de al menos una muestra de la soberbia integral de Daniel Barenboim con su Orquesta del Diván para Decca.
No menos llamativo es que el argentino no aparezca en los 12 discos con las Sonatas para piano, pues sus dos integrales para Deutsche Grammophon y Decca siguen siendo dos referencias absolutas. Sí encontramos a muchos de sus colegas más ilustres, de Wilhelm Backhaus a Friedrich Gulda, de Clara Haskil a Arturo Benedetti Michelangeli, de Claudio Arrau a Maurizio Pollini, de Rudolf Serkin a Sviatoslav Richter, de Emil Gilels a Radu Lupu, de Artur Schnabel a Alfred Brendel, de Wilhelm Kempff (otro Blu-ray disc acoge su versión de las 32 Sonatas) a Yevgueni Kissin, de Mitsuko Uchida a Murray Perahia: la riqueza de enfoques es apabullante y todos encontrarán aquí afinidades en mayor o menor grado. Otro tanto sucede en el apartado camerístico, donde el único borrón es la presencia a todas luces excesiva del Cuarteto Emerson, casi siempre mecánico y banal, y cuyo lugar debería haberse confiado al Italiano o al Melos (el Hagen y el Takács son, en cambio, elecciones incontestables). Y duele no poco el olvido del Cuarteto LaSalle, cuya lectura afilada, audaz y, aún hoy, radicalmente moderna de los últimos Cuartetos de cuerda sigue revelando como pocas veces se ha hecho la radicalidad del último Beethoven. La integral del Cuarteto Amadeus (contenida en el tercer Blu-ray disc) ha quedado, sin embargo, muy superada y su escucha tiene hoy casi más interés historiográfico que musical.
La producción vocal está en general muy bien servida en todos los frentes y procura especial placer reencontrarse con la totalidad de los arreglos de canciones folclóricas grabados para la Edición Completa de 1997. El bloque de Rarezas contiene el mayor número de nuevas grabaciones, entre las que destacan los ejercicios contrapuntísticos que realizó el joven Beethoven para su profesor, Johann Georg Albrechtsberger, tocados al fortepiano por Tobias Koch. A pesar de los peros someramente apuntados, esta Nueva Edición Completa facilita una inmersión profunda en la totalidad del catálogo beethoveniano, con visiones diferentes y a menudo complementarias de muchas obras. Nueve libritos —uno por bloque— y un libro de gran formato profusamente ilustrado brindan información teórica de primer nivel (en inglés y alemán) para acompañar la audición. Tardará mucho en nacer, si es que nace (no parece que la próxima gran efeméride de 2027 pueda deparar mejoras sustanciales respecto a lo que aquí se escucha), una plasmación sonora semejante de una opera omnia sobre la que Franz Liszt escribió en 1852 a Wilhelm von Lenz (el primero en acuñar los tres estilos beethovenianos): “Su oscuridad y su luz marcan en igual medida para nosotros el camino que hemos de seguir; cada obra es un mandamiento perpetuo, una revelación infalible”.
Fuente: El País