El Picasso oculto debajo de otro Picasso

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 25-09-2019

El viejo guitarrista es una de las pinturas más famosas del período azul de Picasso. Data de 1903-1904, cuando el joven artista vivía en la pobreza en París. El pintor usó el color azul para representar el dolor emocional y la desolación que estaba experimentando en sus propias carnes en ese momento.

Pero la obra es interesante por otra razón. Los historiadores del arte han notado durante mucho tiempo la presencia del rostro de una mujer apenas visible debajo de las capas de pintura. En 1998, los conservadores del Instituto de Arte de Chicago, donde cuelga el cuadro, la fotografiaron con rayos X y luz infrarroja para ver qué había debajo de la superficie.

Estas imágenes muestran una pintura completamente diferente. Representa a una señora sentada sujetándose el brazo izquierdo. Luego, los investigadores combinaron esta pintura con una composición que Picasso había esbozado en una carta a un colega realizada alrededor de la misma época.

Los hallazgos fascinaron al mundo del arte. Los artistas a menudo pintan sobre trabajos anteriores, particularmente durante períodos de penuria, cuando el lienzo es escaso. La nueva imagen proporcionó una visión importante sobre la progresión del trabajo de Picasso, sus temas y su pensamiento durante su Período Azul.

Pero desde un punto de vista estético, lo que los investigadores lograron recuperar es decepcionante. Las imágenes infrarrojas y de rayos X muestran solo los contornos más débiles, y aunque pueden usarse para inferir la cantidad de pintura que usó el artista, no muestran color ni estilo.

Es por eso que los investigadores Anthony Bourached y George Cann, del University College de Londres, utilizaron una técnica de visión artificial llamada transferencia de estilo neural para recuperar la pintura del artista en color por primera vez. Su enfoque ha permitido que la obra sea incluida como parte del Período Azul del artista.

Los investigadores han utilizado la misma técnica para recuperar pinturas perdidas de otros artistas y dicen que tiene el potencial de transformar la forma en que trabajan los historiadores del arte. La transferencia de estilo neuronal fue desarrollada en 2015 por investigadores de la Universidad de Tubinga.

Las redes neuronales consisten en capas que analizan una imagen a diferentes escalas. La primera capa puede reconocer características amplias como los bordes, la siguiente capa ve cómo estos bordes forman formas simples como círculos, la siguiente capa reconoce patrones de formas, como dos círculos muy juntos...

Bourached y Cann han tomado una versión editada manualmente de las imágenes de rayos X de la mujer fantasmal debajo de El viejo guitarrista y la han pasado a través de una red de transferencia de estilo neural. Esta red fue entrenada para convertir imágenes al estilo de otra obra de arte del período azul de Picasso.

El resultado es una versión a todo color de la pintura exactamente en el estilo que el artista estaba explorando cuando la pintó. “Presentamos un método novedoso para reconstruir obras de arte perdidas, mediante la aplicación de transferencia de estilo neural a radiografías x de obras de arte con obras de arte interiores secundarias debajo de un exterior primario, para reconstruir obras de arte perdidas”, explican en un comunicado.

Por supuesto, no hay forma de saber si Picasso pintó la imagen de esta manera. Pero los investigadores dicen que su objetivo es ampliar la comprensión de las intenciones, errores y reflexiones de un artista mediante la reconstrucción de obras de arte que se han ocultado debajo de capas de pintura.

“Nuestro método de combinar obras de arte originales pero ocultas, aportaciones humanas subjetivas y transferencia de estilo neuronal ayuda a ampliar la comprensión del proceso creativo de un artista”, indican. Esta no es la única imagen perdida que han recuperado. El equipo también reprodujo una imagen que se cree que fue creada por el pintor español Santiago Rusiñol y que luego fue pintada por Picasso en 1904.

Fuente: La Vanguardia

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