Con un acervo bibliográfico que sobrepasa los 90 mil volúmenes, entre los que destacan más de 50 mil libros antiguos de los siglos XVI, XVII y XVIII, entre éstos 16 incunables, la Biblioteca Histórica “José María Lafragua” de la BUAP es uno de los recintos de consulta más importantes del estado, orientado a la investigación especializada, para lo cual dispone de un sinnúmero de materiales de gran diversidad temática.
Inaugurada en 1874 como Biblioteca del Colegio del Estado, aunque su acervo comenzó a formarse desde que se fundó el Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesús en 1587, se trata de la primera en México que participa en el Consorcio de Bibliotecas Europeas de Investigación (CERL, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es compartir recursos y experiencias entre las bibliotecas de investigación para mejorar el acceso, el uso y la conservación del patrimonio bibliográfico del mundo.
Sus servicios traspasan el claustro universitario al brindar asesorías a otras bibliotecas y centros, como el Fondo Antiguo de la UNAM, la Secretaría de la Marina Armada de México, la Unidad de Servicios Bibliotecológicos y de Información de la Universidad Veracruzana, el Centro Cultural Vito Alessio Robles de Saltillo, Coahuila, y la Francisco Burgoa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), entre otras.
De acuerdo con su director Manuel de Santiago Hernández, este recinto se organiza a partir de tres ejes: conservación preventiva y mínima intervención; generación de instrumentos legales que permiten el reconocimiento institucional y social del patrimonio documental; y difusión de los contenidos temáticos. Esto último dirigido a investigadores para temas especializados, pero también para todo público con el fin de que conozcan sobre los bienes culturales que resguarda esta biblioteca, a través de visitas guiadas, exposiciones presenciales y digitales, presentaciones de libros, conciertos, conferencias, talleres y cursos.
La biblioteca posee, asimismo, una rica colección del siglo XIX, en la cual se encuentran la Grammaire Egyptienne de Champollion, edición príncipe del libro en el que se expone el método de desciframiento de la escritura jeroglífica egipcia; The Orchidaceae of México and Guatemala que muestra ejemplares de orquídeas, algunos ya extintos, iluminados a mano; The Antiquities of México de Lord kingsborough que reproduce -lujosamente- un conjunto de códices indígenas mexicanos, así como un atlas de anatomía humana cuyas láminas son cromolitografías de gran detalle.
INCUNABLES Y ALGO MÁS
Entre los libros producidos durante los siglos XVI, XVII y XVIII se encuentran 16 incunables -impresos durante los primeros 50 años de la invención de la imprenta de tipos metálicos móviles (1450-1500). La obra más antigua: un Breviario Romano, libro manuscrito de 1370, elaborado con vitela, pergamino de gran delgadez hecho de piel de animales jóvenes, que tiene preciosas letras capitulares, miniadas y elaboradas con oro.
Otros notables son las obras de Erasmo de Rótterdam, la Turris Babel de Atanasio Kircher, las obras del jesuita Suárez, varios ejemplares del Maleus Maleficorum (El martillo de las brujas), y la edición de El Quijote de 1780, entre muchos más.
La Biblioteca Histórica “José María Lafragua” también custodia una rica colección de documentos históricos de gran valor como los códices Sierra- Texupan y Yanhuitlán, del siglo XVI, este último fue prestado a la Biblioteca Francisco Burgoa de la UABJO para integrar los tres fragmentos de este códice que se completó después de tres siglos (cada uno de los fragmentos estaban en posesión de las bibliotecas Lafragua, Francisco Burgoa y del Archivo General de la Nación), y que hoy son exhibidos en ese recinto oaxaqueño.
LOS NIÑOS TAMBIÉN TIENEN CABIDA
La biblioteca reserva, igualmente, un espacio para los más pequeños. Al respecto, Manuel de Santiago explicó que a través de su contenido digital que se encuentra disponible de manera gratuita en www.lafragua.buap.mx, los menores tienen acceso a una gran cantidad de temas. Tal ha sido el impacto de esta página que su contenido ha llamado la atención de niños de otros países, como fue el caso de uno de siete años originario de Croacia, quien con ayuda de sus padres obtuvo imágenes del códice de Yanhuitlán, mismas que fueron recopiladas en un álbum personal.
LAFRAGUA, UNA BIBLIOTECA DEL PRESENTE
Uno de los proyectos en los que hoy participa la Biblioteca Histórica “José María Lafragua” es el denominado “Los Primeros Libros de las Américas”, que se basa en una colección digital de impresos mexicanos y peruanos del siglo XVI, que se encuentran en diferentes bibliotecas del mundo.
“Esta propuesta nació a partir de la iniciativa de la biblioteca Lafragua y de la Cushing Public Library de la Texas A&M University. A la fecha somos 21 bibliotecas las que participamos en este trabajo”, indicó Manuel de Santiago.
Otro proyecto es el “Catálogo Colectivo de Marcas de Fuego” que se inició junto con la Biblioteca Francisca de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), y que consiste en una colección virtual de las imágenes de las marcas de fuego -señal carbonizada mediante un instrumento metálico candente-, colocadas principalmente en los cantos de obras impresas desde la segunda mitad del siglo XVI, hasta las primeras décadas del siglo XIX. Actualmente en este trabajo participan 17 bibliotecas del país y el mundo.
La BUAP, a su vez, trabaja con el Jardín Botánico en un herbario de más de mil ejemplares, elaborado por profesores y estudiantes de El Colegio del Estado en el siglo XIX, el cual ha sido digitalizado para su consulta en línea.
“El jardín Botánico nos ayudó con la identificación taxonómica de algunos ejemplares de este catálogo, que habían cambiado a través del tiempo y de los que era necesario hacer correcciones”, explicó.
Otros programas internos incluyen la presentación, vía internet, de la colección de más de dos mil estampas que fueron modelos de enseñanza de la Academia de Bellas Artes de Puebla. Además, un proyecto llamado “Testigos” que consiste en un catálogo de los elementos dejados en el interior de los libros, como estampas, notas, billetes de lotería, textos, oraciones y recortes, por citar algunos. Esta curiosa tarea tiene como propósito dar a conocer los hábitos y prácticas de lectura de las personas de épocas pasadas.
Para la preservación de su rico acervo, la Biblioteca “José María Lafragua” cuenta con equipos tecnológicos como escáneres aéreos para la digitalización de los textos, un catálogo en línea, una base de datos que permite el control interno de todo el material y un conservador dedicado a la estabilidad de la colección, equipado con termohigrómetros especiales que determinan la humedad o temperatura que existe en el lugar.
Sin duda, la Biblioteca Histórica “José María Lafragua” ocupa un sitio destacado entre las bibliotecas de su tipo en México, con un rico fondo bibliográfico de cerca de 90 mil volúmenes. Un tesoro cultural de Puebla para el mundo.