Infobae dio a conocer que a días de que Francisco presentara la Laudato si, la encíclica en la que llama a una revolución cultural para salvar al planeta del calentamiento global, se suman las voces que, desde la ciencia, auguran que no le queda mucha más vida al mundo.
En un artículo publicado por Reuters esta semana, el ingeniero y escritor estadounidense David Auerbach recuperó una teoría esbozada en 2010 por el reconocido microbiólogo australiano Frank Fenner.
El científico, que a lo largo de su trayectoria fue fundamental para erradicar la viruela, y que recibió condecoraciones como el Premio Mundial de Ciencias Albert Einstein y una Medalla de la Organización Mundial de la Salud, sostuvo que el planeta colapsaría hacia el año 2100.
No es que la Tierra sencillamente desaparecería, sino que las condiciones ambientales harían imposible la vida para muchas especies, incluido el ser humano. Las claves explicativas de su hipótesis son la superpoblación, la destrucción del medio natural y el cambio climático.
Lo más alarmante del planteo de Fenner, que murió en 2010, es que se trataría de un proceso irreversible. Las transformaciones provocadas en el planeta desde la primera era de la industrialización fueron tan grandes que ningún cambio, por más rotundo que sea, podría evitar el fin.
Su visión del futuro era verdaderamente apocalíptica. Para él recién estamos viendo los efectos iniciales del calentamiento global, que rápidamente desencadenará un agotamiento de los recursos naturales. Ese proceso, sumado al incesante incremento de la población, daría lugar a que se desaten cruentas guerras por la comida.
Lo cierto que la mayoría de los científicos no son tan pesimistas. Pero todos coinciden en que, de no hacer cambios drásticos -una "revolución cultural", en palabras del Papa-, las condiciones de vida en la Tierra terminarán volviéndose insostenibles. Tarde o temprano.