El fundador de Microsoft y filántropo Bill Gates promueve una máquina que convierte los desperdicios orgánicos en agua potable, electricidad y ceniza. Actualmente está en proceso de prueba en Senegal, pero el magnate ya se tomó un vaso de agua que, cinco minutos antes, era popó, difundió la revista Semana.
Este es el último el último proyecto de la Fundación Bill y Melinda Gates y forma parte del esfuerzo de la pareja por mejorar las condiciones sanitarias en países en desarrollo y de manejar los desechos de manera más inteligente y ecológica.
El aparato fue denominado Janicki Omniprocessor en honor a Peter Janicki, el presidente de Janicki Bioenergy, quien desarrolló el ingenioso mecanismo. El sistema logra secar los desperdicios, quemarlos y con el vapor resultante produce energía eléctrica. El agua extraida durante el proceso de secado se filtra y se limpia lo suficiente para ser potable.
De acuerdo a Gates, los desperdicios orgánicos son sumamente contaminantes para el agua en países más pobres, lo que ocasiona la muerte de más de 700.000 niños cada año.
Por eso, desde 2011, el empresario impulsa esfuerzos para contrarrestarlo, como el concurso por rediseñar el escusado para que sea mucho más ecológico y convertir los desechos en combustible o en fertilizante.