Paterson, en Nueva Jersey, podrá ser una coordenada desconocida para cualquiera que no viva ahí, pero no para los entusiastas de la poesía. Cuna de Allen Ginsberg, William Carlos Williams y escenario en poemas tan distintos como Aullido o la canción Hurricane de Bob Dylan, esta ciudad discreta pero orgullosa no ha recibido un homenaje mayor que el largo poema Paterson, escrito por el propio Carlos Williams a lo largo de unos doce años y en cinco volúmenes.
Nada de esto aparece mencionado en la treceava y más reciente película de Jim Jarmusch, Paterson, una silenciosa carta de amor con tres destinatarios: la ciudad, el libro y el propio Williams, pero la impronta es indudable. Lejos de embarcarse en algo tan dudoso como la adaptación al cine de un poema modernista, Jarmusch eligió camuflarse en un personaje insospechado e inolvidable: un chofer de autobús público que se llama igual que la ciudad, Paterson (Adam Driver).
Poeta secreto, introspectivo y fanático de Williams, Paterson observa a su ciudad-alter-ego absorbiendo destellos extraordinarios de su cotidianidad, sus calles, conversaciones y rostros anónimos, repitiéndolos en la cabeza y transcribiéndolos después en un cuadernillo.Aunque el peso narrativo de la cinta descansa casi por completo en los hombros de su protagonista, su aliento reposa en una serie de personajes incidentales: un romántico preso del desamor, una niña poeta, un barista, un perro pug y un puñado de pasajeros de autobús que dibujan, a cuentagotas, el alma y claroscuros de una ciudad entrañable.
Fuente: http://www.cinepremiere.com.mx