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Viernes, 16 Junio 2017 18:50

Ove, un hombre gruñón, sueco y bastante encantador

Por  Staff Puebla On Line

El cineasta sueco Hannes Holm utiliza la misantropía y el suicidio como los principales pilares que sostienen la trama de su más reciente filme Un hombre llamado Ove (2015), úna de las películas con más corazón que pueden verse este año en la cartelera comercial. El filme compitió en la más reciente edición de los Premios Oscar, por el premio a la Mejor Película de Habla no Inglesa, y aunque ese premio se lo llevó el iraní Asghar Farhadi, esta película sueca resultó una agradable sorpresa.

El filme nos hace un recuento por la vida del viejo Ove (Rolf Lassgård), de 59 años, un tipo gruñón que ha perdido la fe en todo el mundo, incluido en él mismo; cada mañana sigue una rutina que incluye visitar la tumba de su esposa y una soga con la cual matarse para volver a estar a su lado, sin poder conseguirlo. Su visión negativa del hombre y la sociedad es puesta a prueba por una familia que se muda a la casa de al lado.

 

El filme tiene una apariencia fría, pero en realidad es noble. Su paleta de colores entre azules y grises contrastan con una buena dosis de diversión, pero sobre todo es formidable la forma en cómo el cineasta juega con los giros emocionales con la historia de este hombre cascarrabias.

El filme es un poco más de hora y media de explicación de cómo un hombre de un origen humilde y de valores pulcros se ha marchitado con el paso del tiempo sin perder su aroma, ya que, si bien es un hombre de carácter explosivo, no cae del todo en la caricatura, más bien hace una exhibición de cómo conservar los valores que han construido personalidad y como en él ha influido el destino y sus tragedias inevitables.

Es cierto, la película recurre a ciertos clichés y técnicas para provocar emotividad, pero esos detalles pasan desapercibidos porque el buen manejo de edición y el extraordinario manejo del flash back, juegan de manera perfecta con las anécdotas que el protagonista vive en el presente de la película.

Al final es una película con gracia y tacto, es una película que utiliza las contradicciones temáticas y técnicas en su favor y que conmueve por su buen corazón. Es una comedia negra que consuela el dolor, y no es tan ácida como la brillantísima danesa El arte de llorar en coro (2006), de Peter Schønau Fog, pero vale la pena dejarse meter a la casa de ese cascarrabias que al final nos resulta muy encantador.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=P2UwrkKw3to

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