Fernando Maldonado
No es propósito de esta columna referir casos relacionados con al ámbito deportivo. Para esos temas hay periodistas especializados a quien el reportero respeta y admira por su trabajo cotidiano.
Sin embargo en esta, haré un excepción por que por encima de cualquiera de las disciplinas deportivas, hay un ostensible abuso de poder, gesto de arrogancia y prepotencia que se ejerce desde el servicio público y que termina por ofender a los profesionales del deporte, y también a quienes lo practican o promueven desde su condición amateur.
Es el caso del director del Instituto Municipal del Deporte Marco Polo Camacho Belmonte, a quien indebidamente se le entregará la presea por su tarea de Fomento, Apoyo e Impulso al Deporte, según establece el comunicado de premiación, el próximo 20 de noviembre.
A las manos de este reportero llegó una carta dirigida al director de la Comisión Nacional del Deporte, Bernardo de la Garza; a la Subdirección de Calidad del Deporte; y al Organo Interno de Control, firmada por Josué Arellano Méndez, autodenominado “deportista y promotor”.
Este reportero intentó identificar al autor de este documento entre distintos colegas del medio deportivo, sin poder ubicarlo con claridad. Sin desdoro de la probable trayectoria del firmante, el texto pega en el blanco: Marco Polo Camacho Belmonte es inelegible según establece la propia convocatoria, como se puede leer en el documento dirigido a las instancias deportivas nacionales.
En el sótano…
La clase política gobernante decidió impulsar a la secretaría general a Lucero Saldaña, en la dupla de Juan Carlos Lastiri. En el camino quedó la diputada Rocío García Olmedo, a quien decidieron hacer a un lado no por su vínculo con Mario Montero Serrano, sino por su empeño en dignificar el papel de las féminas y las minorías sexuales.
Una fuente en el PRI dijo al reportero ayer que la llegada de Saldaña a la dirigencia obedece a que se trata de un perfil “más institucional”. Confunden institucionalidad con sumisión.
No será el caso de la ex senadora, pero hay un error de semántica: Institucionalidad no es sinónimo de obediencia a un grupo, sino apego a una institución, que para el caso, se trata del vapuleado PRI.
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