Fernando Maldonado
Si a alguien se tendría que responsabilizar de los paros de actividades en el sistema de transporte público en Puebla para forzar un incremento en la tarifa de hasta tres pesos, es la Confederación Patronal de la República Mexicana en el estado.
Hábiles y oportunistas, los propietarios de centenares de unidades que cubren diversos derroteros, encontraron un aliado coyuntural para sacar ventaja en dos sentidos: monetaria y política.
Cuando hace una semana los señores del sindicato patronal, encabezados por Francisco Rodríguez tuvieron una reunión en Casa Aguayo para persuadir a los titulares de la Secretaría de Gobernación y de Comunicaciones y Transportes, Valentín Meneses y Guadalupe Castillo sobre la pertinencia de autorizar un incrementar el costo del boletaje, los concesionarios vieron un resquicio para colarse y montarse en la coyuntura.
Entre los principales argumentos para convencer a los servidores públicos de dar cauce a una demanda de tal envergadura estaba el del debilitamiento de la cadena productiva. La reducción de márgenes de utilidad, y en consecuencia el adelgazamiento de la cartera de los señores del dinero estaba a la vuelta de la esquina.
El escenario fue propicio para personajes oscuros del transporte público en Puebla como Delfino Reyes, Sergio Galindo y Francisco Díaz Carrasco. Sin la retórica o dialéctica suficientemente consistente para pelear una tarifa que conviniera a sus bolsillos, se colgaron del argumento de los empresarios: la utilidad inmediatista.
En medio de este conjunto de intereses cupulares y de grupos de transportistas, el usuario común que apenas percibe un salario para pagar dos comidas al día y su transporte al centro de trabajo, la escuela o el destino que se quiera poner. Padece todos los días la altanería, el desgano y las rupestres condiciones en las que las unidades de transporte cubren sus derroteros.
Y tampoco hay que dejar de lado la falta de capacitación para la mayoría de los operadores de las unidades de transporte público. Sometidos a prestar sus servicios en condiciones similares a las del porfiriato, los choferes se han convertido en auténtica carne de cañón para llevar hasta el límite la calidad en la prestación del servicio.
La volcadura ayer de una unidad de la ruta 52 en el bulevar 5 de mayo, que arrojó un saldo de dos personas muertas –pasajeros de la unidad-, y un lesionado es ejemplo de la circunstancia por la que atraviesan los operadores. En el desamparo y el olvido de patrones.
No distingue a los empresarios, ni a los concesionarios de transporte público el gesto que tanto pregona el credo que tanto profesa la cúpula de Coparmex: la solidaridad, ni con los usuarios, ni con los trabajadores del volante.
En promedio cada operador debe cubrir una cuota diaria de entre 800 y mil 200 pesos diarios. Con cargas de trabajo que en algunos casos exceden las 17 horas al día, se puede entender que el servicio del transporte público de Puebla esté a la altura de ciudades como Monterrey o Guadalajara.
En el sótano…
Ayer fue la presentación del libro Treinta Claves para Entender el Poder, coordinado por Javier Sánchez Galicia, con Javier Díaz Pimentel, Salvador González Jaramillo y Elías Aguilar García.
Entre los asistentes a la presentación del texto que lleva como subtítulo Léxico para la nueva comunicación política, los periodistas Carlos Ramírez, columnista del periódico El Financiero; Pablo Hiriart, director del periódico La Razón; y el consultor, Carlos Salomón, ex director de comunicación con Ernesto Zedillo.
Empresarios como Ricardo Henaine, José Hanan y Julián Ventosa Tanús también estuvieron en el Club de Industriales de la capital de la república.
Por cierto que el empresario propietario del Puebla de la Franja se encontró ayer con el líder del sector popular del PRI nacional, Emilio Patrón y el senador y hombre fuerte del presidente del Grupo Salinas, Jorge Mendosa. Fue en el lobby del hotel Marriot de Polanco, en la Ciudad de México.
Casi al mismo tiempo, el gobernador de Michoacán, el perredista Leonel Godoy también se dejó ver en el mismo sitio. Ufano y pausado, conversó a través de su teléfono móvil mientras alrededor suyo, era infaltable la imagen de su medio hermano el diputado federal, Julio César Godoy Toscano con un proceso abierto por la PGR por vínculos con la delincuencia organizada.
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