Fiestas patrias y encono

Fernando Maldonado

El destino en la tarea política, como en el resto de la vida humana conduce a destinos ignotos.

La posición política que ahora ocupa la presidenta municipal Blanca Alcalá se la atribuyen dos prominentes personajes del aún grupo gobernante: el ex candidato al gobierno del estado, Javier López Zavala y el todavía dirigente del PRI, Alejandro Armenta Mier.

Cuentan que cuando los nombres de los probables eran barajados, ambos personajes ligados fuertemente al hombre que habita Casa Puebla llevaron a la mesa de discusión el de la ahora alcaldesa. Poco había sido mencionada. Era improbable su postulación.

Fue el propio López Zavala, entonces secretario de Gobernación quien la citó en el hotel que antes llevó el nombre Fiesta Inn en el boulevard Atlixco y la 31 Poniente para notificarle que la decisión había recaído en ella. No era asunto menor porque ya desde aquéllos tiempos, el propio alfil del gobernador era uno de los más señalados para competir por la alcaldía.

Alcalá Ruiz hizo una exitosa campaña frente a un gris, torpe y vetusto candidato del PAN. Nada pudo hacer la oposición en aquéllos tiempos y la triunfadora de la competencia llegó al cargo con un bono democrático que aún no termina de agotarse.

Desde que comenzó su desempeño mereció que el grupo gobernante la observara primero con sospecha y luego con recelo. El primer escenario de confrontación se produjo cuando a la llegada del primer informe municipal, desplegó un aparato propagandístico que avivó la suspicacia.

“Quiere ser candidata a gobernadora” decían zavalistas iracundos, radicales que susurraban al oído del hombre de Casa Aguayo. Solo hace su trabajo de posicionamiento rumbo al Senado, decían afines a la alcaldesa. Pero la distancia entre un equipo y otro ya se habían ensanchado.

Hay priistas que a estas alturas nadie cree, como un Carlos Meza. La entraña lo mueve, entre otras cosas. La clase política lo sabe. No es nueva la estrategia de golpeteo.   

Desde ahí a la fecha una y otra vez, la relación ha sido errática. Por momentos tersa y después estresante, ruda, áspera. La llama ha sido encendida por enésima vez en el marco de los festejos de las Fiestas Patrias. Difícil que haya alguien que ponga parte de los suyo para alcanzar sosiego.

Improbable porque cada quien hace su propio juego. En disputa lo que queda del PRI en el área doméstica. Pero también en el plano nacional: el arribo al equipo del mexiquense y presidenciable Enrique Peña Nieto es motivo de encono y disputa.

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