Fernando Maldonado
A menos de 15 días del domingo 4 de julio, en el que los poblanos decidieron su futuro político, el nauseabundo tufo fantasmal de la delincuencia organizada posó su mirada en el escenario poblano.
No fueron pocos los candidatos a puestos de elección popular convertidos en víctimas de una campaña anónima pero delictiva, disfrazada pretensiosamente de estrategia política.
Un número indeterminado de constancias de hechos posan sobre el escritorio del procurador de justicia, Rodolfo Igor Archundia y del titular de la Diedo (Dirección Especializada en Delincuencia Organizada). Cuantificarlos será difícil. Nuestra Procuraduría y sus funcionarios han probado ostensiblemente que la transparencia no es asunto prioritario.
Primero fueron candidatos a alcaldes emanados de “Compromiso por Puebla”, mayoritariamente del Partido Acción Nacional, pero después siguieron los de “Puebla Avanza”.
A sus números telefónicos privados y en domicilios particulares comenzaron a llegar llamadas de sujetos en las sombras de la clandestinidad que se hicieron pasar por miembros de la dirección de los sanguinarios “zetas” o de la “familia michoacana”.
Advertían desde su anonimato de sabotaje el día del proceso electoral, de ingobernabilidad en sus respectivos municipios en caso de no atender sus exigencias, o de comenzar a “ejecutar” a sus más cercanos familiares: esposas e hijos, principalmente.
La estrategia anónima y delictiva pretendió llevar un disfraz de reivindicación política, cuando en realidad se trató de una nueva variante de la vulgar intención de obtener dinero fácil, en un mercado inexplorado: el de candidatos a cargos públicos, vía el voto popular.
En la mayoría de los casos los recursos utilizados por los hampones tuvo efectos en el entorno familiar de los blancos de la delincuencia. Compañeras, esposas o madres de los actores en la contienda sugirieron la renuncia a la aspiración legítima.
No dio para más esta estrategia de miedo. Las constancias de hechos dormirán el sueño de los justos en los escritorios de la burocracia de la Procuraduría de Justicia. Los candidatos que ganaron la elección disfrutan del sabor del triunfo, y los derrotados a lo suyo.
Pero ahora sabemos que hubo un tercero en disputa: el crimen organizado también intentó lo suyo.
En el sótano…
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Será el sereno pero tal vez el único y primero de los operadores de la campaña de Rafael Moreno Valle Rosas de Compromiso por Puebla en vaticinar el resultado electoral ya conocido, se llama Teófilo García.
A toro pasado, la pregunta es pertinente: ¿No habría sido más digna la postura del dirigente del PRI, Alejandro Armenta Mier decir que la elección la ganó el mejor en la contienda que acusar robo de elección? La historia lo juzgará.
Enrique Doger quiere el PRI, el PRI no quiere a Doger… Si hasta parece línea argumental del cine de Ismael Rodríguez en “Nosotros los pobres” (1948). Dan risa. Y también pena, igualito que en la cinta de Pepe El Toro.
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