Fernando Maldonado
Pienso en el cineasta Juan Orol cuando sorprendió a los cinéfilos con una producción llamada Gángsters contra Charros (1947), luego volvió a sorprender con otra de sus piezas fílmicas titulada El sindicato del crimen (1954) y en el emblemático 1968, con Historia de un gángster.
No puedo dejar de recordar otra pieza fundamental en la filmografía del sindicato del crimen, con Goodfellas (Buenos muchachos) de Martin Scorsese, ganadora de varios premios en festivales de cine como el de la Academia y el de los Globos de Oro, por citar dos de los muchos reconocimientos recogidos.
También traigo a la memoria una producción de risa llamada Godzila contra King Kong de Eiji Tsuburaya (1963) en don dos de los mounstruos más representativos del cine comercial se dan con todo por mantener la territorialidad en los Estados Unidos de Norteamérica (en donde más, si no).
Y si me dejan, hasta el refrito del director Paul WS Anderson Alien vs Predator (2004) en donde dos malos de los malos se dan con todo por el control territorial en medio de la nada, con sangre viscosa y verde por todos lados, navajas afiladas, garras y dientes dispuestas a provocar el peor daño a su enemigo.
No puedo dejar de traer a la memoria a todos esos títulos y muchos que han sido el producto de la imaginación y creatividad de los productores y directores del cine mexicano y mundial que han confrontado a los más disímbolos personajes malignos para que el respetable se sintiera atraído, cautivado y temeroso ante las historias de fantasía.
Tal vez por eso me ha sorprendido sobre manera la confrontación que se vive en Puebla y que no forma parte del imaginario cinematográfico, pero que se antoja título de marquesina de cine viejo: Antorcha Campesina vs Israel Pacheco y sus secuaces.
El hilo conductor de la historia es más o menos la misma: dos personajes llenos de maldad y hambrientos de poder pelean por lo que han ganado vía la componenda, el acuerdo debajo de la mesa o simplemente por el arrebato abusivo que les da la superioridad numérica.
Cuando veo a Juan Manuel Celis y a Israel Pacheco enseñarse los dientes por un terreno denominado paradójicamente El Triunfo, en el sur de la ciudad, parece que veo la cinta Fredy vs Jason, en una de las historias más repudiables incluso para los seguidores del género Gore por la ausencia de estética, la carencia de diálogos inteligentes y la pésima actuación de los actores.
Celis vs Pacheco formará parte del anecdotario y la picaresca como los charros de Orol; el Godzila de Tsuburaya; el Alien de Anderson; o de plano, el Fredy y Jason de un mal director de cine que bien podría ser Doger, el ex alcalde que propicio el crecimiento de estos personajes del cine negro de la política poblana.