Fernando Maldonado
Cuando las campañas políticas hayan avanzado hacía la primera mitad del camino, el coordinador de la del candidato Javier López Zavala habrá tirado la toalla, dicen algunos colaboradores que se desempeñan en el inmueble de la 2 Sur, en Huexotitla.
Una muestra que alimenta la voz susceptible respecto de la suerte de Jesús Morales Flores está en la gente que ha enviado al cuartel general del adversario del marinismo, Rafael Moreno Valle Rosas, en la coalición Compromiso por Puebla.
El último en mudar de camiseta se llama Antonio García, ex trabajador de la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra y en la Secretaría de Gobernación.
Entregó ya las llaves de la oficina que ocupó en el cuartel priista, dio las gracias y se cambió la cachucha.
Dicen que en el local que alberga las oficinas del neopanista le dijeron más a menos así:
-Tú eres priista, no?
-Sí, respondió.
-Pues no renuncies a tu militancia, vamos a sacar a Mario Marín de Casa Puebla, y ya.
La respuesta ya está a la vista y la conoce Jesús Morales Flores, el hombre que a cambio de declinar en sus aspiraciones recibió una buena cantidad de billetes: unos 130 millones de pesos, dicen.
Si esta es la verdad, habrá que esperar. Si es mentira, el coordinador de la campaña se ha encargado de propalar la especie con una actitud no solo omisa, sino hasta pertinaz.
El martes pasado que todos andaban en actividades de campaña, según cuentas fuentes regularmente bien informadas, Morales Flores llegó a su oficina a las 10:00 a.m. y se retiró a las 11:30 a.m.
No atendió a nadie y no recibió llamadas, pero en hora y media atendió todos los imponderables de un coordinador de campaña de candidato a gobernador.
Tal vez la maledicencia no lo sea tanto y el miembro de la dinastía de los Morales al igual que otros priistas, ya hayan echado por la borda la balsa que los ponga a salvo del riesgo de hundimiento, como los barcos en medio de las crecientes olas, en medio de la tormenta.
En el sótano…
No es extraño que quienes andan en campaña sean abordados por Martin Soriano Campeche, vividor de la industria de la invasión y el despojo. Le dicen “el marrano” y más que por su apariencia, su conducta lo define: se hace pasar por servidor público del ayuntamiento de Puebla.
Los abusos cometidos en el quinto y sexto distrito nos ampliamente conocidos y tiene abiertas al menos tres averiguaciones previas. Duce ser contador público, pero ni la secundaria terminó. ¿A qué candidato priista engañó?