Fernando Maldonado
La llegada de Manuel Alonso García a la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal no debe ser entendida como la oportunidad de un servidor público en el municipio más importante de la entidad para ascender en el peldaño de la meritocracia y la abundancia pecuniaria.
El servidor público que se estrena desde hace unas horas como secretario del ramo enfrenta riesgos para entregar buenas cuentas a la presidenta municipal, Blanca Alcalá Ruiz, que le depositó la confianza en el desempeño no solo al designarlo en el cargo, sino al llevar el nombre del titular a Casa Aguayo, en donde también lo palomearon.
No solo tendrá que lidiar con la delincuencia que todos los días se expresa en los robos a transeúntes, transporte público y comercios establecidos.
En la agenda de riesgos está el protagonismo superlativo de un grupo de colaboradores que en el pasado reciente hicieron tropezar una y otra vez al antecesor del secretario Alonso García, Andrés Vicente Ruiz Celio.
Y desde luego, el fenómeno de la corrupción que permea entre los agentes de tránsito; desde comandantes, motociclistas, y patrulleros. No es mito urbano, en esta ciudad no hemos sido pocos los que ya vivimos episodios de extorsión, y ese será un reto difícil de paliar.
El nuevo responsable de la seguridad y la vialidad en una ciudad con más de 1 millón y medio de habitantes no es un improvisado. Junto al doctor Humberto Rivera, director de Seguridad Pública tiene ya una bien ganada carrera en el ámbito policial y es de los pocos servidores públicos que por méritos propios ha podido trascender de un trienio a otro.
Tiene la venia de Casa Aguayo y cuenta con una sólida relación con el ahora candidato a la presidencia municipal de Puebla, el ex secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano. De ahí que haya quien aventure la probabilidad de que Manuel Alonso repita en el encargo, recién conferido por la alcaldesa.
Antes deberán suceder dos premisas infranqueables: Montero Serrano deberá obtener la victoria en la urnas el próximo 4 de julio.
Pero también deberá mantener el ritmo de trabajo como lo hizo a lo largo de los últimos cinco años, deberá tener el control y la estabilidad en la secretaría a su cargo y entregar buenas cuentas en el control de los grupos delictivos en la ciudad.
De otra manera, asistiremos a la forma en la que el tercer secretario de seguridad en el municipio capitalino, después de Alberto Hidalgo Vigueras y Andrés Vicente Ruiz Celio cerrará la cortina cuando su jefe, Blanca Alcalá Ruiz entregue las llaves del palacio municipal al nuevo inquilino, para los próximos tres años.