Fernando Maldonado
Una noche de diciembre un joven y próspero empresario poblano me dijo haber visto durante los meses previos a ese fin de año un extraño y ostentoso convoy que viajaba por el periférico, con dirección a Ciudad Judicial.
El componente de esa caravana vehicular estaba integrado por una camioneta Yukon, dos Suburban negras y a la cabeza un automóvil deportivo de color blanco, todos blindados.
Darles alcance era imposible, los operadores de las camionetas prácticamente establecían un perímetro, una bolsa protectora a la otra camioneta. Algunas veces, incluso era riesgoso rebasar el automóvil pues de inmediato, los guardaespaldas apuntaban con armas largas a quien pretendiera esa maniobra.
A toda velocidad, con la identidad de los tripulantes en el más riguroso de los sigilos entraban por la puerta lateral del exclusivo fraccionamiento La Vista.
La conversación la noche aquélla sucedía unos cuatro días después del jueves 10 de diciembre, cuando policías ministeriales y de la Policía Metropolitana enfrentaron a una célula del cártel de los hermanos Beltrán Leyva, ya para entonces confrontados con Joaquín Guzmán Loera, alias el chapo.
No es el único testimonio que existe acerca de la presencia del varón de la droga a quien en vida también se le conoció como “el jefe de jefes” o “el barbas”, ultimado poco tiempo después por elementos de la Marina en Morelos.
“Algunos de los colaboradores de Arturo Beltrán Leyva, también llamado “El Barbas”, presumían que padecía de diabetes, pero lo que la PGR tiene corroborado es que el traficante sinaloense contaba con dos enfermeras que lo visitaban periódicamente en un lujoso fraccionamiento de la capital poblana, para inyectarle suero y multivitamínicos”, dice el reporte de prensa.
“… el jueves 10 de diciembre ella y “El Barbas” desayunaron a las 11:00 horas y enseguida dejaron el fraccionamiento de Cholula, en el mismo convoy que el día anterior los había transportado”.
Ahora que el testimonio de una de las enfermeras de Beltrán Leyva de nombre Osmayda Nalleli Casarrubias confirma la presencia de uno de los jefes del narcotráfico más violentos y sanguinarios en el país, los funcionarios responsables de la tarea de investigación y de inteligencia en Puebla han escondido la cabeza.
Mitad por la veda electoral que obliga a todo servidor público a mantener un bajo perfil durante el proceso electoral en curso, pero también por la embarazosa posición de haber sostenido durante largo tiempo la postura del “aquí no pasa nada”, solo se escuchará el silencio ante la obligada pregunta: casos aislados los ejecutados y la presencia del capo sinaloense en Puebla?
En el sótano…
A las 18:00 hrs., de este miércoles, el ex secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano podrá hacer campaña, pues está previsto que una hora antes, el Consejo Municipal Electoral entregue la constancia respectiva que lo acredita como candidato de la Alianza Puebla Avanza al gobierno de la capital del estado.
Es probable que también lo haga el abanderado de la coalición Compromiso por Puebla, el panista Eduardo Rivera Pérez, pero en el Instituto Electoral del Estado.
Por cierto que las irregularidades cometidas por la secretaria general en el Consejo Municipal Electoral ya son del conocimiento de la contraloría interna del instituto y los asistentes personales de esta servidora, Luís Fernando Sánchez y Cristina Machorro fueron cesados ayer, de la manera fulminante.
El regidor priista Gerardo Mejía tendrá que probar la acusación que la víspera hizo en contra del ex secretario adjunto del PRI estatal, Víctor Díaz Palacios a quien señaló como pieza de una conjura en contra del candidato al gobierno de Puebla de la “Alianza Puebla Avanza” y que habían echado a andar Enrique Doger y Rafael Moreno Valle.
La designación de Héctor Guerra como director de Seguridad Vial en el Estado pone fin a una serie de atropellos cometidos por su antecesor, Armando Toxqui que durante meses, supo ganar dinero fácil al permitir que los uniformados literalmente asaltaran a usuarios de las carreteras estatales.