Fernando Maldonado
De la simulación oficial, a la oposición a la línea de la ortodoxia. Así se movió ayer la clase política priista para la toma de la foto que la mayoría preferirá guardar para el olvido.
Sal a la herida cuando Beatriz Paredes Rangel reflexionó en torno a la condición de orfandad del PRI, a partir del 1 de febrero de 2011.
Fue en una comida a puerta cerrada celebrada en el hotel Lastra. Cerca de Casa Puebla, tal vez unos 500 pasos de distancia. La tlaxcalteca traía a la mesa episodio en su tierra hace doce años, análogo al de ahora.
Dos sexenios, dos gobernadores de la oposición que casi sepultan de por vida al monolítico PRI. Atento un Juan Carlos Lastiri, el primer dirigente en la oposición, a quien sus correligionarios poco futuro le auguran. No es la solidaridad la que priva en la composición genética de esa especie.
Al lado de la tlaxcalteca, Mario Marín Torres, último mandatario priista de Puebla; primero en cambio, en entregar la estafeta a la oposición. Ultima presentación ante la bufalada priista como jefe político. En 60 días entrega el poder, y Casa Puebla.
Y es esa suerte de abandono la que anima a la clase priista al reacomodo.
Nace un nuevo régimen. Cambio de mapa político y los aliados de ayer son los adversarios del presente; el futuro está en juego. No habrá cuartel en esta guerra.
El ex candidato, Javier López Zavala hace su juego. No tiene margen. El pasado reciente pesa. Más sal a la herida. Los alcaldes electos se quejan. No aceptan ya la presión, ni la línea.
En cambio en las oficinas del mexiquense, Enrique Peña Nieto ven con beneplácito la alianza estratégica entre dos priistas poblanos. Hay capacidad y capital político, dicen los que saben de ello. Buscan sumar esfuerzos en la carrera sucesoria de 2012.
Se trata de Jorge Estefan Chidiac, ya con un pie en el Estado de México y el ex dirigente del PRI, Alejandro Armenta Mier, recientemente incorporado por la dirigencia nacional a la estructura formal del PRI nacional.
Instrumento para reencauzar la lucha priista es la asociación civil que aglutinará a alcaldes electos de militancia tricolor. Intento por mantener en esas filas a una militancia profundamente lastimada por la derrota del 4 de julio. López Zavala les mueve, los lastima. Eso dicen.
Ya tienen al primer presidente de ese esfuerzo alterno a la dirigencia formal. Carlos Sánchez,el presidente municipal electo de San Martín Texmelucan, fuertemente vinculado con Estefan Chidiac.
No serán los únicos en nutrir a esta expresión política. A su paso por la dirigencia, el ex dirigente Armenta Mier se ocupó de confeccionar una estructura que alcanza cada rincón del territorio estatal. No solo buscan coadyuvar al proyecto del cachorro de Atlacomulco. En esta lógica, también está el 2017. Al tiempo.
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