Fernando Maldonado
El reto mayúsculo de la nueva dirigencia del Partido Revolucionario Institucional es el de hacer política, en la inopia.
Acostumbrado como estaba a vivir a la sombra del viejo adagio que dice: Un político pobre, es un pobre político.
Fue acuñado por el célebre Carlos Hank González, el hombre convertido en leyenda al pasar de ser maestro rural a uno de los políticos más acaudalados de México.
Hace doce años que el instituto político fundado por hacendados y militares en los tiempos de Plutarco Elías Calles dejó el poder, por la voluntad ciudadana embarcada en el anhelo de cambio.
Las penurias que tuvo que enfrentar la dirigencia de Roberto Madrazo Pintado tras la derrota de un Francisco Labastida Ochoa fueron tan grandes que literalmente tuvo que hipotecar los edificios de Insurgentes Norte, antes baluarte de fortaleza política.
La credibilidad y posición del PRI cayó en picada desde ese emblemático año 2000. Las figuras de Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas se levantaron por sobre el abanderado de entonces y la extinción política pareció más cercana que nunca.
No se trata de un mal presagio, sino de números. Aritmética pura. Nada de alquimia ni prestidigitación. Juan Carlos Lastiri Quiroz y Lucero Saldaña tendrán que sentarse a hacer números para cumplir con las responsabilidades que tienen enfrente.
Un poco más de 100 municipios de pequeñas dimensiones que entrarán en funciones a partir de febrero próximo parece poco para el pago de cuotas que permita saldar compromisos económicos que según distintas fuentes, suman al mes 2 millones de pesos.
Por concepto de entrega de prerrogativas de la autoridad electoral, los recursos que lleguen a de la dirigencia nacional que trae su propia disyuntiva y las cuotas que aporte la base militante se tendrían que alcanzar montos similares a los 24 millones de pesos anuales.
De ese tamaño es el reto que ayer por la tarde cayó sobre los hombros de Juan Carlos Lastiri y Lucero Saldaña.
No es la única dirigencia que enfrentará penurias económicas en tiempos de alternancia. Lo mismo sucederá en un PRI municipal capitalino altamente oneroso en términos de costo-beneficio. Casi medio millón de pesos sale cada mes de las arcas municipales, que se cerrarán a partir de enero de 2011.
Ahora veremos de qué está hecha la clase política priista, que en el cenit del poder omnímodo nos acostumbró a la lapidaria expresión aquélla del modesto profesor rural enriquecido que salió de Atlacomulco, cuna del cachorro que busca regresar al tricolor a Los Pinos.
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