Más allá del púlpito

Fernando Maldonado

Durante centurias nos dieron cirios, en lugar de libros. Exacerbaron una noción alejada del conocimiento y apegada al oscurantismo. Como si de seres supremos se tratara, en tiempos inmemoriales erigieron sus ídolos y templos por encima de los propios, como signo inequívoco de dominación.

Desde ese tiempo hasta el que está en marcha, han dedicado algo más que la oración para preservar una presencia dominante, y ominosa.

Han alimentado revueltas sociales que llevaron sangre al río. Sangre de sus seguidores, sus siervos y hermanos, por cierto.

Instrumentaron guerras santas detrás de sotanas. Sus voces se han escuchado en medio del sigilo, para urdir el complot que alimenta la historia.

Algo más que la religiosidad los mueve.

Pelearon desde el púlpito y la trinchera; en el templo con la palabra, en la trinchera con la daga. Preservar a toda costa el sentido patrimonialista de algo más que la fe: mantener el control y capacidad de manipulación de un pueblo empobrecido e ignorante por la irresponsabilidad de nuestra clase política.

Los principios rectores de los representantes de la iglesia católica tienen que ver con geopolítica y dinero. Fuente permanente de fieles creyentes, México y nuestra región ha permitido a la cúpula clerical mantener un férreo control social con el soslayo de los responsables de velar por un Estado laico.

El mismo que ahora incomoda al mayor activista de la fe católica, el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, tras la aprobación en el Congreso de Puebla.

“La religión no debe ser vista como un peligro sino como una ventaja (…) hay temas más urgentes y delicados que nuestros legisladores (sic) se deberían avocar”, deslizó el jefe de la institución religiosa con su habitual tono sutil, casi inalterable e inadvertido.

La sutileza en el tono de la voz contrasta con la virulencia con la que suelen comportarse los corifeos de los jefes de la iglesia. Desde los “héroes” de la Guerra Cristera, Anacleto González y la madre Conchita, hasta los activistas de hoy, como Jorge Serrano Limón de Provida; o la dirigencia de la violenta organización El Yunque.

Levantan falso testimonio quienes anteponen la Palabra de Dios para defender intereses terrenales; blasfeman quienes invocan a Dios en vano y cometen actos impuros quienes han recurrido a las armas de la mentira para alcanzar fines ulteriores.

“No matarás” dice uno de los preceptos que Dios dictó a Moisés tras estar en el Monte del Sinaí. Y los crímenes históricos cometidos en nombre de Cristo Rey están ahí. Ya de las narcolimosnas ni hablar. La historia de los hombres los juzgará.

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